“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.” (Atribuido a Abraham Lincoln)
Es gratificante ver marchas como las del pasado 26 de septiembre en Colombia: No fueron infiltradas, no fueron gaseadas, ni arrestados sus participantes, menos desaparecidos o descuartizados; no se violó a ninguna manifestante, ni los generales dieron orden de sacarle los ojos a los estudiantes… No hubo derramamiento de sangre: el régimen de terror colombiano puede ser superado.
Del otro lado, fue una manifestación donde la extrema derecha mostró lo que tiene: Salieron los patrones y algunos empleados; en su mayoría personas muy mayores de edad, que terminan configurando la alegoría de un viejo orden que se resiste a las transformaciones; y si se compara con la juventud que llenó las calles de Colombia demandando el cambio, el contraste es el preámbulo a la descripción del espectro político colombiano.
La marcha fue expresión del viejo régimen, con ausencia de juventud, sin trabajadores, sin estudiantes, sin diversidad social, o cultural, sin alegría, sin creatividad. También sus verbalizaciones dan cuenta de ello: el racismo, las invocaciones, incluso espiritistas, al paramilitarismo, las consignas de odio a los pobres, el aborrecimiento a la información y el apego a la mentira. La falsedad se ha tornado en la argumentación mayor de la extrema derecha colombiana desde hace décadas y, dado su éxito en la campaña contra el plebiscito, cada vez se convierte en su arma principal.
Resulta llamativo que, a sólo 48 días de gobierno de Gustavo Petro, cuando un sólido paquete de reformas se ha presentado al debate parlamentario, las razones de salir a marchar no tengan que ver con el contenido de las reformas en trámite, ni con actos de gobierno, sino con fábulas como que Petro se perpetuará en el poder, que llegarán cien mil médicos cubanos, que van a partir a Antioquia en tres departamentos, supuestas expropiaciones… ¡Sandeces! Parece que el discurso político se les hubiera agotado. No es así, el único sector social que tiene claro sus intereses es el de los ricos, pero, como son tan pocos necesitan engañar a los pobres para que les hagan bulto en su protesta, o que salgan a votar por ellos, sea por miedo o por odio.
El uso de la mentira en política pretende convocar las pasiones más bajas de los humanos: el odio y el miedo, para que no piensen, sino que actúen movidos por ello. Eso puede dar cuenta de los gritos discriminatorios contra los negros, contra los indios, contra los sindicalistas, o contra los comunistas. O de marchantes vampiro, sedientos de sangre pidiendo asesinatos. El recurso a la falsedad es una forma de cancelar el debate político, porque no se sopesan razones, sino que se compite por llegar a engañar a más gente. ¿A quién se puede engañar tan míseramente? Al más vulgar, el recurso a la mentira es una expresión del desprecio por el pueblo, mientras que obrar bajo engaño es una forma esclavitud.
Por eso riman entre sí la violencia, el racismo, y la mentira, porque se sostienen en el desprecio al otro. La derecha política no pretende convencer de nada a la sociedad colombiana, la engaña como a seres sin raciocinio, mientras proclama implícitamente que los privilegios que ostentan son inherentes a su condición social, y no necesitan ser justificados sino impuestos. En otra ocasión sostenía que en Colombia no hay lucha de clases sino de castas, si alguien lo duda puede asistir a una marcha de derechas.
La frase del epígrafe, atribuida a Lincoln, señala el talón de Aquiles de estos políticos, su capacidad de engaño tiene límites que han venido rebasando hace tiempo, y están calculando mal a la población colombiana, de una parte hay una porción significativa que tiene educación, especialmente la juventud; de otra, la diatriba contra los negros y contra los indios parte del supuesto de una composición étnica predominantemente blanca, cuando no es así, predomina el mestizaje en Colombia, y los negros no son pocos: La declaración de guerra a las negritudes que hacen los uribistas los arrinconará aún más.
El otro mal cálculo es que ser pobre no es sinónimo de ser bobo. Así no se tenga educación formal, el pobre sabe por su cuerpo dolorido, que está siendo engañado, que se burlan de él. Esos trabajadores que en Medellín sacaron a marchar ciertos dueños de empresas, o esos miserables que tuvieron que asistir por los cincuenta mil pesos, conocen también la dimensión del engaño.
Otra parte del engaño la presentan quienes no aparecen como parte de la oposición al gobierno del Pacto Histórico. Por ley, los partidos se declaran de gobierno, independientes, o de oposición, algo semejante debería hacerse con los medios de comunicación, que deberían declararse en determinado plazo como de gobierno o de oposición, para no engañar a sus informados. Se sabe que la mayoría de los medios tradicionales, corporativos, trabajan para los intereses de sus dueños, en oposición al gobierno Petro. Esos medios masivos ocupan lugar en la cadena de la mentira. El último engaño lo hacen referente a los asistentes, multiplicando por diez, o por cien, la asistencia a la marcha de la derecha. De la misma forma en que antes dividían, por diez o por cien, la asistencia al paro nacional.
Claro que vendrán más mentiras, más marchas, más llamados al odio. El racismo es un expediente en Colombia que lleva siglos, pero la conciencia de justicia social se ha incrementado, y bajo un gobierno que tiene por brújula la justica social se espera que el proceso aumente. Pero no se ha de esperar pasivamente.
A las fábricas de desinformación se deben contrarrestar con medios de información serios, veraces, y agradables. El pasado proceso electoral, como en el Paro Nacional, fueron ejemplos de cómo las comunicaciones alternativas derrotaron a la gran prensa corporativa. Ahora que las fuerzas reaccionarias dependen de que algún gusano les diseñe desde Miami las mentiras a propalar, las fuerzas del cambio tienen en su haber miles y miles de creativos que han diseñado formas novedosas de comunicar, que tienen credibilidad, y que requieren apoyo. Urge construir los medios de información del cambio. “Hagas lo que hagas, hazlo bien”, repetía Lincoln.
Y se necesita volver a las calles. De protestar en las calles (votar con los pies, decía Lenin) surgió la resistencia al régimen Duque Uribe, y el triunfo electoral de este año. Ahora se debe apoyar el cambio en la calle, y por ningún motivo se le debe dejar la plaza a esa derecha fascista, que en las lindes entre la criminalidad y el ridículo pretende mantener sus privilegios a costa del sufrimiento general.
José Darío Castrillón Orozco
Claudia Judith Navas Barrera says
Como es tu común denominador, siempre bien argumentado. Abrazos
María Isabel Giraldo Velásquez. says
Excelente, contundente, argumentos muy pensados y sabios, me encantó eso de votar con los pies, cómo decía Lenin y el preámbulo!
LUIS ALBERTO PINZON ZAMORA says
Sin duda alguna, recoge la realidad aterrizada de las interpretaciones ciones y estrategias de la Derecha para que hurtando el discurso convoquen al pueblo, no es mentira que en Medellin se ordeno por algunos empleadores salir a apoyar la marcha de los ricos pero duelales aun más, el pueblo que resistió y que con esa resistencia logró llegar al poder
León Posada says
Hola amigo José Darío. El epígrafe de tu escrito es de Lincoln. El “viejo” Mario Vélez gerente que fue de la Librería La Gran Colombia en Bogotá me lo repetía, así:
“Uno puede vivir del cuento por un tiempo. Pero del cuento no se puede vivir toda la vida”.
Saludos!!
Manuel P says
Racismo y fascismo van siempre de la mano y en Colombia, como en America, han sido parte esencial del talante de las castas herederas del colonialismo neocolonialismo. Y claro, mi estimado: si en la calle se fraguo el triunfo electoral del progresismo, en las calles se deberá ratificar, y con creces, ese triunfo. Con contundencia amos a celebrar los primeros 10 dias del mandato del cambio!
Aurelio Alegría says
El cambio hay que construirlo, los diálogos regionales son uno de los espacios para ello, pensando los territorios en colectivo y en el centro han de estar las organizaciones genuinas que han luchado por los derechos y la visión de desarrollo para todos. La derecha es farsante y envenena, participar a las convocatorias del cambio es nuestra salida.
Oscar Gomez says
La llama contra la injusticia sigue encendida.Así se templa el acero.