Abril fue mes de expectativas, ante la iniciativa del ELN, de desarrollar un cese unilateral “Activo”, eso dio un aire a un eventual escenario de distensión, pero desafortunadamente la respuesta del gobierno fue de calificar esta determinación unilateral del ELN, como: tardía e insuficiente.
Hay tanta evidencia de que el Estado colombiano no puede controlar y mucho menos derrotar a una guerrilla que ha sido capaz de permanecer en muchos territorios y capacidad de relacionarse con comunidades, más que una organización jerarquizada, que lo es, el ELN es una red de relacionamientos, complejos y matizados, entre adhesiones ideológicas tejidas sobre desconfianza con este sistema político lleno de ilegitimidades e incapacidades para controlar de manera democrática el conjunto del territorio, y una multiplicidad de relaciones pragmáticas, donde el ELN, es regulador de la vida comunitaria, agente económico y hasta proveedor de servicios, como hemos visto en estos días, donde hombres y mujeres con brazaletes del ELN, reparten mercados a comunidades campesinas. Esta es la realidad que se vive fácilmente en 120 municipios del país, lo cual es evidencia de que este no es un tema marginal, así se viva en la Colombia profunda, donde hay menos economía legal, menos infraestructura, mas necesidades insatisfechas, la Colombia más dejada a la deriva de sus propios esfuerzos y donde los ilegales de todas las pelambres son amos y señores.
Ya lo ha dicho con todas las letras Monseñor Darío Monsalve: “Este gobierno no tiene política de paz”, eso es totalmente cierto, su política está más cerca del sometimiento, a lo cual sabemos que está lejos el ELN, que tiene aire para mantenerse en el conflicto y que sabe que con sus ires y venires, hay las condiciones para mantenerse como una dinámica social y política en los territorios en los que se mantiene y que su proyecto de “Resistencia armada” es de tal flexibilidad que puede pasar meses en silencio para volver a hacerse presente y tener presencia en la vida nacional.
Seguimos en un conflicto no resuelto, en las últimas dos semanas, luego de la terminación del cese unilateral “activo”, el ELN ha volado el oleoducto Caño Limón Coveñas en seis puntos en Arauca, Boyacá y Norte de Santander, un soldado perdió la vida en Catatumbo, otros tres fueron afectados en un “campo minado” y han sido desactivados artefactos explosivos, todo lo anterior en la misma región, junto a esto se han mantenido las deserciones en Cauca, capturas aquí y allá, y así hemos estado en los últimos 55 años, un conflicto de no acabar.
Este conflicto armado, que ninguna elite de poder ha podido resolver, sigue como tarea pendiente, en medio de la continuidad del sufrimiento para muchas comunidades se impone insistir en el deber de protección del Estado colombiano, de un comportamiento por parte del ELN, respetando a las comunidades y sus organizaciones, a un estricto respeto por los derechos de las comunidades, en eso hay mandatos legales y responsabilidades para el Estado colombiano, para el gobierno y para el ELN y para todos las organizaciones armadas que se mantienen en los territorios, donde estos conflictos permanecen, en un nuevo ciclo de este largo conflicto, inaugurado luego del histórico acuerdo firmado con las FARC en 2016, ciclo en el cual el ELN ha ganado espacio para una pequeña expansión, nueva evidencia de sus capacidades.
Desafortunadamente en esta dura realidad, el gobierno Colombiano, maltrata y atropella a Cuba, quien ha sido ampliamente solidaria para ayudarnos a resolver este conflicto armado que es profundamente colombiano, por eso ha permanecido tanto tiempo, por sus raíces autóctonas, a Cuba, solo le debemos gratitud y respeto, en contravía al comportamiento del gobierno del Presidente Iván Duque.
El conflicto armado sigue y es tarea vigente solucionarlo, hay que pensar en las dificultades que existen y prepararse para el 2022, se requiere un gobierno que quiera resolverlo, para lo cual se requiere una “oferta negociadora” y una convicción profunda de que es posible una dinámica de participación de la sociedad, para construir un acuerdo, que por supuesto debe tener como corazón, un conjunto de transformaciones que se requieren para cerrar este largo alzamiento armado y que son transformaciones que la sociedad colombiana requiere y se pueden construir y acordar entre fuerzas sociales y políticas diferentes.
Luis Eduardo Celis
Foto tomada de: Elpais.cr/
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