En España, a la muerte de Franco, la UCD, Alianza Popular y finalmente el Partido Popular representaban a la derecha franquista en la nueva democracia: los mismos perros con diferentes collares. La parte izquierda del régimen nacido de la Constitución de 1978 la copó el PSOE, un partido que había desaparecido durante la dictadura.
El Partido Comunista, que fue el partido antifranquista, era la izquierda radical y republicana. Con la crisis de la Unión Soviética se convirtió electoralmente en Izquierda Unida. Cuando gobernó en Madrid, en Andalucía o en Extremadura no lo hizo bien. Terminaron devorándolos. Hasta el movimiento de los indignados no nacería una izquierda que impugnaría con éxito el régimen del 78. Por eso, contra Podemos caerían jueces corruptos, periodistas corruptos, policías corruptos y políticos corruptos.
Podemos tuvo la rara virtud de renovar al PSOE. Pedro Sánchez es un invento de Podemos. Los nacionalistas vascos y catalanes entraron en la dirección política del país y se impugnaron las medidas más dañinas del neoliberalismo. Pero el régimen del 78 terminó reaccionando. El PP seguía y sigue donde estaba y, finalmente, poco a poco, el PSOE fue volviendo por donde solía. Si no acabas con el pasado, el pasado acaba contigo.
Y en esas anda ahora mismo España, con un gobierno socialista, uno de los últimos bastiones de la izquierda en Europa, con grandes dificultades por uno de los problemas de siempre: la corrupción. El gobierno del PSOE, en comparación con un gobierno de la derecha y de la extrema derecha, es, como dicen los vascos de Bildu, una “ventana de oportunidad”. ¿Pero hasta cuándo?
Porque se trata de un problema estructural. La actual España la fundó el rey Juan Carlos, que siempre ha tenido las más altas calificaciones en corrupción. Y si un corrupto inaugura un reino ¿por qué el reino no va a ser corrupto?
El Tribunal Supremo atribuye los delitos de organización criminal y cohecho a Santos Cerdán y a José Luis Ábalos. A éste último también tráfico de influencias y malversación. Estas dos piezas no son cualquiera: son los dos últimos secretarios de organización del PSOE nombrados por Pedro Sánchez. Jesucristo nombre a 12 apóstoles y le salieron rana cuatro. Pedro Sánchez nombra a dos secretarios de organización y los dos son corruptos. En política no hay casualidades.
Adjudicaban obras públicas y, aunque todo el procedimiento era legal -los contratos y demás protocolos-, al final recibían su comisión. Que, obviamente, iba sumada en el precio final. Es decir, la pagaban los contribuyentes. También amañaron contratos durante el COVID y negociaron alquileres de viviendas o puestos de trabajo para mujeres que tenían alguna relación con el antiguo ministro y con su asesor. Puede escucharse en los audios, para escándalo de las feministas del PSOE, cómo evalúan las excelencias en la cama de las prostitutas que les íbamos a financiar los españoles. El sobreprecio que iban a tener finalmente las obras públicas dedicado a fomentar la prostitución.
Algunas preguntas se quedan sin responder
¿Cómo puede mantenerse un presidente, Sánchez, que dice que no dimite por un gravísimo caso de corrupción, con el único argumento de que sabe que perdería las elecciones? Reconoce que no tiene autorización popular, que es la base de los gobiernos representativos. Pero da lo mismo.
¿Cómo es que podría ganar las elecciones un partido, el PP, con más de 30 casos de corrupción pendientes y un líder que veraneaba con un narco? Un partido que roba por sistema va contra la Constitución y rompe el contrato social. A dos de cada diez españoles les da lo mismo.
Ninguno de los partidos que apoyan al PSOE puede decir con alegría que apoya al gobierno, pero no quieren aparecer tampoco como los que han tumbado a un gobierno, al menos liberal, en una Unión Europea reaccionaria. La direcciones de los partidos que apoyan al gobierno tienen que mentir a sus votantes para poder hacer cálculos electorales. Ese cinismo hace daño a la credibilidad democrática. Es pan táctico para hoy y hambre estratégica para mañana.
Hay tres poderes del Estado. Y no solo en el Ejecutivo huele a podrido. ¿Por qué los jueces imputan al Fiscal por una filtración y no juzgan las demás filtraciones que se dan todos los días y generan la sensación de que están conchabados con, por ejemplo, los que quieren tumbar al gobierno de Sánchez? En la UDEF de la policía y en la UCO de la Guardia Civil hay gente corrupta. Y eso enturbia todo.
Las internas de todos los partidos, críticas con la marcha de las cosas e, incluso, con la actuación de sus dirigentes, no tienen nada que decir. A unos se les calla, otros vienen callados de casa y a otros se les dice desde los medios lo que tienen que pensar.
El argumento de no convocar elecciones porque gobernaría la derecha con la extrema derecha es idéntico al de no renovar la Constitución porque saldría más conservadora. Resulta que hay cosas más importantes que lo que piensa el pueblo. Hemos vuelto al despotismo ilustrado: todo para el pueblo sin el pueblo. Le puede valer a la derecha, pero no a la izquierda.
Y no nos engañemos: estas disputas entre los dos grandes partidos del régimen del 78 no afectan a los grandes asuntos de Estado: entre el PSOE y el PP se repartieron el Consejo General del Poder Judicial, los dos apoyan a la monarquía, los dos apoyan la forma de actuar del sistema bancario, del Ibex 35, los dos apoyan a la OTAN, están armando a Ucrania y le dejan a Israel perpetrar su genocidio. Los dos están de acuerdo en subir al 5% el gasto en defensa y seguridad de España, conscientes de que eso afectará durísimamente al presupuesto social en algún momento de los próximos años.
Los análisis que hacen los partidos de dirección de gobierno son correctos: si hay elecciones, ganan los neofranquistas. Y es evidente que el pueblo puede pegarse un tiro en el pie. No es que hayamos ido vaciando nuestras democracias, sino que las élites juegan a la democracia solo si su cuenta de resultados no se resiente o si no están asustadas. De lo contrario, llaman a sus policías corruptos, a sus periodistas corruptos, a sus jueces corruptos y evalúan, llegado el momento, si llamar a sus militares corruptos.
Nadie piensa en qué es lo mejor para España, porque España es la excusa en la que se envuelven los que se roban a España.
Todo el mundo está esperando algún gesto audaz de Sánchez, pero ¿nadie espera un gesto audaz de las bases de los partidos que reclamen altura de miras? Parece que los problemas sólo los solventan los hiperliderazgos, que nacen de la peor herencia del 15M. Porque la mejor herencia de aquel movimiento era la participación popular. En España, los problemas siempre los ha solventado el pueblo.
En el Reino de España, da igual que se te mueran los ciudadanos en una riada en Valencia, que se mueran solos y abandonados en las residencias de ancianos de Madrid porque se ha dado la orden de que sea así, que se vaya la luz, no haya vivienda o que las manos derechas de los líderes roben a espuertas, seas Felipe González, Aznar, Esperanza Aguirre, Rajoy, Feijóo o Pedro Sánchez.
Si todo da lo mismo, todo seguirá igual. Las aspirinas bajan la fiebre, pero no solventan la enfermedad. El régimen del 78 sigue moribundo y lo que debía nacer no termina de hacerlo. ¿Alguien cree que el PSOE va a regenerarse con cambios cosméticos?
Estos tres personajes, Koldo, antiguo portero de discoteca, Ábalos y Santos Cerdán fueron los que acompañaron a Pedro Sánchez en su vuelta a España en un coche modesto para disputar y ganar el congreso del Partido Socialista. Igual, después de acostar al líder, se escapaban por la ventana para ir a un burdel, aunque debió de estar muy torpe Sánchez para no darse cuenta de nada. El pez tampoco se da cuenta del agua hasta que lo pescan.
Sánchez ha dicho que no sabe nada. Quien conoce la política, sabe que los líderes están al tanto de todo, aunque no quieran saber y deleguen los asuntos sórdidos a otros. Igual que el canciller alemán Merz ha delegado en Israel el exterminio de los palestinos y los iraníes. Ha dicho que Israel está haciendo a los europeos el trabajo sucio. Literal. ¿Suena a nazi? Pues sí. Pedro Sánchez tampoco ha convencido a nadie en su segunda comparecencia.
Que gane la derecha unas elecciones tampoco va a solventar nada. ¿Alguien cree que Feijóo, que viene de la Galicia de los contrabandistas que financieron a AP, es diferente de Rajoy o de Manuel Fraga?
Y no nos engañemos: en las andanadas contra el PSOE está el Estado profundo. No es casualidad que todo salga precisamente ahora. Ya lo hicieron contra Felipe González y contra Zapatero. Por cierto, hoy, Felipe González, es uno de los suyos. Trabaja con Carlos Slim. Odiaba a Julio Anguita y ahora a Podemos. La derecha siempre tiene apoyos en los partidos socialdemócratas y termina comprando incluso a los líderes de la izquierda. Por la plata baila el mono.
¿Alguien se acuerda que ahí sigue también Felipe VI? Y que está ahí porque es hijo de Juan Carlos I.
¿Quién financia a los periodistas de las cloacas que siembran bulos y magnifican medias verdades? ¿Para quién trabaja Koldo, el que ha grabado las conversaciones con los secretarios de organización del PSOE, además de para él mismo? ¿Qué demonios hacía grabando a sus propios amigos? ¿Por qué hay jueces que ayudan al PP y luego el PP les ayuda a ellos?
España nunca se limpió del franquismo. Y cada tiempo ese franquismo sociológico emerge con sus modos de siempre (no descartemos que pronto, otra vez, con violencia, como hicieron en 1936 cuando no les gustó que ganasen las elecciones el Frente Popular. Si las próximas elecciones vuelven a permitir un gobierno de izquierda, una parte no pequeña del PP y de VOX empezarían a pedir a los militares que intervinieran).
La impunidad en España viene del franquismo y es la que activa las cloacas.
Hay continuidad entre el PP y el franquismo. ¿Por qué van a actuar diferente? El PSOE lleva 50 años pactando con una España a la que quiere gestionar pero a la que no quiere cambiar. Felipe González, el gran timonel de la transición, pidió una gran coalición entre el PSOE y el PP cuando surgió Podemos. Eso es el régimen del 78, que nunca pueden superarlo los que vienen de ahí.
Por eso hacía falta y hace falta que salgamos del bipartidismo. Porque antes de que el PSOE empezar a sufrir el lawfare y las cloacas, lo sufrieron otras fuerzas políticas y el PSOE miró para otro lado. Sánchez no dimite ni adelanta las elecciones. Quizá busque un sustituto para que termine la legislatura.
Yo creo que ya no tiene conejos en la chistera y es cierto que si tira la toalla, vienen los franquistas. ¿No es mejor que sea el pueblo el que decida?
España se acostó franquista y se levantó demócrata.
Esa España a la que le huele el sobaco y los pies a franquismo. Y que, en el fondo, es responsable del precio inasumible de los alquileres y la vivienda, de la deriva de la educación y la sanidad públicas, de la falta de premios Nobel que nos corresponderían como cuarta economía del euro, del asalto fascista a las universidades, de la voluntad repetida de hacer de la España federal algo con olor a chantaje, y que solo logra transferencias en momentos donde pueden vender sus votos, de la falta de compromiso decidido por la paz en el mundo y del mantenimiento de un régimen monárquico.
Siempre pensé que la solución al régimen del 78 era un proceso constituyente. ¿Qué democracia es esa que le tiene miedo al pueblo?
Su principal enemigo era y es una gran coalición entre el PSOE y el PP. Que es, seguramente, la salida en la que están pensando los intelectuales del régimen del 78. En España, las élites nunca han solventado nuestros problemas: lo ha hecho el pueblo.
El pueblo que traiga a España la república que permitiría salir del callejón sin salida en el que llevamos ya quince años.
Juan Carlos Monedero
Foto tomada de: El País
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