Si manda el realismo político ¿por qué no disolver los partidos?
Si el llamado “realismo político” -una lectura ajena a la moral de la correlación social de fuerzas- es la clave para gobernar, quizá haya que disolver los partidos, suspender las elecciones, ahorrarnos la formación de gobierno y darle el cetro a un súper ordenador que evalúe millones de variables y tome una decisión en virtud de lo que diga un algoritmo creado estrictamente sobre claves “realistas”.
Sabemos que el algoritmo no dice nada diferente de lo que le hayas dictado y que puede equivocarse. Pero lo hará desde el realismo. Y al cabo, nos libraremos de ser “poco realistas”, moralizantes, y tomar decisiones que perjudiquen a nuestros países y al mundo. Metes en el algoritmo el gas, el petroleo, las armas, los inmigrantes, las mujeres, los medios de comunicación, 13TV, Antena 3, la CNN, Sálvame, el trigo y el maíz, lo que mande EEUU, el partido de fútbol del siglo y algún que otro evento deportivo y te salen las decisiones de gobierno adecuadas para cada país. Maquiavelo, que escribió según Bertrand Russel un perfecto “manual para gangster”, le puede dar una pátina politológica al ordenador, y al final no hacen falta ni partidos ni elecciones ni discusión de ningún tipo. Todos ganamos. Sobre todo el statu quo. El realismo no cambia nada lo que existe. Lo más parecido a la inexistencia de partidos es el bipartidismo. El PSOE y el PP lo echan de menos. A los dos partidos no les parece bien que en España se cumpla la exigencia de verdad, justicia y reparación respecto de los crímenes del franquismo. Dicen que no es realista. Que debe ser algo similar a lo que le dijeron a Espartaco cuando le dijo a los esclavos que estaba hasta las mallas de los romanos.
El PSOE, el realismo y los crimenes del franquismo
Ese realismo le ha llevado a Pedro Sánchez en apenas una semana a regresar a ese gran acuerdo con la derecha que murió en las calles el 15M. Por ejemplo, bloqueando la posibilidad de que se investiguen los crímenes del franquismo. Es muy realista, porque no le gusta al Partido Popular ni a Vox. Tampoco le gusta a los militares franquistas ni a los policías que se afilian a sindicatos cada vez más escorados a la extrema derecha. Tampoco le gusta a muchos jueces. Ni a las empresas que nacieron del robo a los republicanos. Ni a los que robaron a los niños de los republicanos o de las mujeres pobres (en ese momento, no hacía falta ir a Ucrania a por niños).
Tampoco es realista saber si fueron criminales los que asesinaron a los 115.000 españoles que todavía son desaparecidos en España, entre ellos Federico García Lorca, el alcalde de un pequeño pueblo que no iba a misa y aplicaba la Constitución de la República, la mujer de un miliciano que preguntó por su marido y un peón caminero al que fusilaron porque silbó una canción republicana. No es realista porque los que robaron sus bienes, los que se beneficiaron de ganar la guerra, los que decidieron que España siguiera siendo una monarquía son poderosos. Y no es realista enfrentarte con los poderosos. El PSOE y el PP, tan realistas, votan juntos siempre en el Parlamento para que no se investiguen los crímenes del franquismo ni se haga justicia con las víctimas.
El PSOE, el realismo y la independencia del Sahara
No es realista atender en España a un enfermo de COVID si es miembro del Frente Polisario. Un sátrapa, de no mayor entidad moral que Putin, el Rey Mohamed VI, amenazó a España y mandó a morir a gente con el único fin de atenazar a la democracia española por haber recibido a Brahim Ghali en abril del 2021. Supongo que tampoco debió ser realista que Lázaro Cárdenas recibiera a miles de Españoles que huían en 1939 de la dictadura de Franco. Pero lo hizo. El realismo, dependiendo de los lugares y de cómo se procesa eso de la autonomía de la política, no sabe ni de derechos humanos ni de programas electorales. Eso solo sirve para dar imagen de democracia.
Esta semana sabemos que Pedro Sánchez ha quebrado su programa electoral sobre el Sáhara, donde decía, de acuerdo con el derecho internacional, que:
“Promoveremos la solución del conflicto del Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de naciones Unidas, que garantice el derecho del pueblo saharaui. Para ello, trabajaremos para alcanzar una solución que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio a la autodeterminación del pueblo saharaui, así como para fomentar la supervisión de los derechos humanos en la región favoreciendo el diálogo entre marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Mauritania y Argelia, socios claves de España, que el enviado de la ONU para el Sahara Occidental está propiciando”
El apoyo histórico del PSOE al Sáhara y al Frente Polisario siempre estuvo, junto al no a la OTAN, como parte de las señas de identidad socialistas desde finales de la dictadura. Pero el PSOE que construyeron Felipe González y Alfonso Guerra y que ha recuperado Sánchez en el último congreso ha ido dándose cuenta de que esos principios no son realistas. Hay algunos que dicen que González, convertido en hombre de negocios, y Guerra, convertido en un monárquico que ríe a la derecha los chistes contra la República cuando le invitan a cenar, no son una caricatura de lo que representaron, sino que siempre fueron así. Es mejor verlo de esta manera, más realista, porque genera menos dolor a los que los votaron. Igual que los socialistas que votaron a Sánchez se creyeron que la posición con el Sahara iba a ser la de siempre.
Pero ahora lo realista es hacer lo que Marruecos mande y EEUU sancione, porque de lo contrario deja que Canarias se llene de gente que quiere huir de su país o presiona en la valla de Ceuta. Igual, en nombre del realismo, hay que entregar mñana Canarias, y no digamos Ceuta y Melilla, porque el realismo es implacable y al Rey de Marruecos lo que se escriba en una hoja le importa un falafel. Pero eso ya lo dictará el realismo de mañana, que en nombre del realismo no se preguntará qué errores de hoy hacen inevitable el mañana, porque eso no es realista.
Sánchez, geoestratega, con Margarita Robles tocada con un abultado casco de guerra, entienden que España puede contar en Europa si hacemos de eje distribuidor del gas que llega de Argelia, ahora que el realismo, o más bien el algoritmo del realismo, dice que es mejor llevarse bien con el sátrapa de Marruecos que son el sátrapa de Rusia.
Es probable que Argelia y Marruecos hayan acordado algo al respecto, aunque Argelia lo niega y dice que no pasará un centímetro cúbico de gas por su territorio si va a Marruecos. De momento, se han llevado al Embajador. A veces hay ausencias en Moncloa que dan un poco de susto. El realismo del PSOE, con todo esto, es todavía más extraño. Lo que es evidente, porque forma parte del análisis realista, es que tanto Marruecos como Argelia le van a cobrar a España por lo mismo desde diferentes lugares. El realismo es así.Sánchez piensa a lo mejor que ha hecho un negociazo, como la moción en Murcia, pero suena mal. ¿Que Francia y Alemania van a reforzar la posición española en la zona? ¿Que EEUU tiene interés en que España, además de seguir con las bases norteamericanas, prospere? En la política exterior, el PP se habría llevado mal con Adolfo Suárez, pero ahora el PSOE y el PP están totalmente de acuerdo en cuál es la salida realista para España.
El PSOE, el realismo, el gasto militar y la guerra en Ucrania
A diferencia de lo que había pactado con sus socios de gobierno, Pedro Sánchez viró sorpresivamente y dijo que ahora lo que le quitaba el sueño era no mandar armas a Ucrania. Cambiar de opinión en asuntos tan graves con un lapso de tres días es de un enorme realismo. Para rematar, ha dicho que subimos el presupuesto militar. Unidas Podemos, que al parecer no es muy realista, ha dicho que no está de acuerdo. El PP, realista, está de acuerdo con el PSOE.
Dijo Mitterrand, otro socialista, que le había faltado una guerra para ser tan grande como De Gaulle. Sánchez tiene ahora su momento de geoestratega, que es el ámbito donde el “estado de naturaleza hobbesiano”, esto es, la guerra de todos contra todos, se expresa en su más brutal desnudez. En nombre del realismo ha decidido mandar armas a Ucrania, aunque lo que más ayudaría es multiplicar las presiones diplomáticas. Pero las armas son más realistas, aunque tanto la OTAN como Rusia tengan armas nucleares, que de tan reales se convierten en irreales. La izquierda siempre se ha dividido por los asuntos de la guerra. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht lo pagaron con su vida. Seguramente no fueron realistas. El realismo llevó a la Primera Guerra Mundial, y el realismo del Tratado de Versalles llevó al realismo de la Segunda Guerra Mundial. El realismo de la guerra llevó a las armas nucleares y, en un ataque de realismo, EEUU lanzó las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Con el aumento del presupuesto y con mandar armas a Ucrania, el PSOE y el PP hablan con una sola voz.
El PSOE, el realismo, la ganancia de las eléctricas y la factura de la luz
Macron, que no sé si es realista pero es una persona conservadora, ha dicho que hay que pensar en nacionalizar las eléctricas. Porque Francia no aguanta ver cómo se multiplican por tres las facturas de la luz y el gas mientras un puñado de oligarcas –franceses y globales- ven como se multiplican por tres o por mil sus ganancias. Los franceses, desde que cortaron el cuello a Luis XVI y a María Antonieta mantienen un poso de enfado que cuando estalla hace saltar por los aires cualquier Gobierno. Aquí el diesel ya vale dos euros el litro y el dueño de Mercadona vende el aceite de girasol a más de tres euros.
Pedro Sánchez, realista, sabe que no debe ir contra las eléctricas porque eso es tirar piedras contra su propio tejado. Futuro. Prefiere dar un bono a la gente para que las eléctricas no pierdan dinero. Esto es, para que con dinero de todos permitamos que Iberdrola, Endesa, Repsol o Naturgy se embolsen diez mil millones de euros (que repartidos entre todos los hogares, reducirían considerablemente la factura de la luz). Pero no es realista. Y en eso coinciden el PSOE y el PP. Igual que coinciden en que no hace falta una empresa pública de energía.
El PSOE, el realismo, la investigación del Emérito y los abusos de la iglesia.
Toda España sabe que el rey emérito, Juan Carlos de Borbón, se ha comportado como un delincuente. No como un presunto delincuente, sino como un delincuente. Lo saben hasta en VOX y lo sabe hasta Felipe VI. Si no se le juzga es porque él dejó por escrito en su Constitución del 78, en la que se instauraba el régimen del 78 heredero del franquismo, que su conducta era inviolable. Aunque delinquiera. Además, gracias a unas ayudas por aquí y otras por allá, una parte enorme de sus crímenes han prescrito. En conclusión, es un delincuente probado pero sin posibilidad de juzgarle. Igual que pasa con los crímenes del franquismo.
El emérito, en la penúltima alocución donde nos mintió a los españoles, nos dijo que la ley tenía que ser igual para todos. Y los españoles contábamos con ello. Pedro Sánchez fue duro con el emérito con el fin de dejar claro que su hijo, el rey Felipe VI de Borbón, -rey por la única razón de que es hijo de su padre-, no es como el padre. Sin embargo, no quiere que se sepa todo lo que se debe saber del reinado de Juan Carlos I. Los socialistas se llaman republicanos pero resulta que, en nombre del realismo político, son monárquicos, primero, como decía Felipe González y repetía Rubalcaba, republicanos juancarlistas y ahora republicanos felipesextistas.
La monarquía es la piedra de bóveda del regimen del 78. Es el cemento de empresarios corruptos que le regabalan yates, de una cúpula eclesiástica que ha amparado la pederastia, de un sistema de partidos corrupto desde 1977, de un sistema financiero vinculado a la financiación de los partidos y a las redes clientelares corruptas. Lo realista, dice Pedro Sánchez, es que el Parlamento, sede de la soberanía popular, no investigue al emérito, por lo mismo por lo que no quiere que se investigue a Villarejo: porque molesta a los poderosos. Y en eso está de acuerdo también con el Partido Popular.
El realismo del bipartidismo y la debilidad de la democracia
En las calles, durante el 15M, la gente hacía cantos señalando que el PSOE y el PP eran teleológicamente lo mismo. Los dos partidos siempre leyeron de la misma manera los elementos centrales del régimen del 78. La monarquía, las relaciones internacionales, el papel de Europa, la relación con la banca, la relación con la patronal, los acuerdos con la Santa Sede. El PP, herecero directo del franquismo, le dejaba muy fácil al PSOE pasar por izquierda. Hasta Pepe Bono se ha creído en algún momento de izquierdas.
La corrupción integral del PP y el caso de los ERE del PSOE en Andalucía, las mentiras y corruptelas del emérito, la crisis de 2008 fueron desembocando en el agotamiento del régimen del 78. Surgieron nuevos partidos. Uno genuino desde las plazas. Otro, tramposo, desde los despachos. El partido de los despachos se ha hundido porque le han retirado la financiación después de que Rivera cometiera el error de creer que en verdad era el candidato mejor valorado en las encuestas gracias a sus méritos y que podía desobedecer a sus señoritos. El partido nacido en las calles está en el gobierno, pero también se ha debilitado profundamente. Por algunos errores propios -entre ellos pensar que le bastaba salir en la televisión y no dedicar más energias a formar partido-, pero sobre todo porque los que financiaban al partido de los despachos dedicaron aún más dinero a disparar contra los morados hasta demonizarlos. Además de una policía política, algunos jueces nostálgicos y unos medios de comunicación que, como decía el que fue director de El Mundo, David Giménez, estaban en nómina de los poderosos. Pero no les termina de salir la jugada y el sistema sabe que si el PSOE no gobierna con Unidas Podemos lo que queda es un Gobierno del PP con la ultraderecha filonazi de Vox o una gran coalición del PP con el PSOE.
¿Qué dictará el realismo político? De momento, el PSOE se aleja de Unidas Podemos en nombre del realismo político. Si pudiera sacarles del Gobierno echándoles la culpa a ellos no dudaría. Pero ya han hecho algunos experimentos donde les ha salido el tiro por la culata. Mientras tanto, gobiernan con la izquierda pero, en nombre del realismo, hacen la política de la derecha. Y dan tiempo a Feijóo a ver si recupera al partido alfa de los ladrones.
“El verdadero artista -escribió Rubén Darío en El canto errante- comprende todas las maneras y halla la belleza bajo todas las formas. Toda la gloria y toda la eternidad están en nuestra conciencia”. La conciencia y el realismo se llevan mal. Los votantes del PSOE y los de Unidas Podemos, que quieren que este gobierno no caiga, le piden a Pedro Sánchez un poco de conciencia socialista: ¿No podrías hacer alguna política de izquierdas? Mira que, si sigues así, vamos a desaparecer todos con tanto realismo.
Juan Carlos Monedero
Fuente: https://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2022/03/19/el-psoe-el-realismo-politico-y-el-socialismo/
Foto tomada de Larepublica.pe
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