Este año, el ELN ha logrado mantenerse en la agenda informativa y en los pronunciamientos no solo del Gobierno Colombiano, igualmente es mencionado por autoridades del gobierno de los Estados Unidos, que hacen referencia a su presencia en Venezuela y en la Cumbre Anti terrorismo, realizada en la Escuela de Policía General Santander en Bogotá, escuela que el ELN, atacó en enero pasado, se menciona al ELN, en la declaración de la Cumbre, con la presencia de más de veinte países de la región, entre ellos el Secretario del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, como la mayor “amenaza terrorista” de la región. Con este contexto, vuelve a discutirse en el país, como afrontar la acción armada del ELN, que en el 2019, dejo cerca de medio centenar de militares y policías asesinados y una clara reafirmación, el ELN, es ahora la fuerza organizada más grande que hace violencia de manera sistemática, y según analistas y los mismo reportes de inteligencia de la Fuerza pública, está en un proceso de expansión, desde hace tres años, aprovechando la salida del conflicto armado de las FARC y de la incapacidad o falta de decisión del Estado colombiano, de tener una presencia efectiva en esos territorios.
Sin duda que el ELN está dando un pulso con el Estado colombiano, está unificado y no es cierto que exista falta de mando y control a su interior, como toda organización, tiene sus debates internos, pero mantiene una consistencia en su actuación, no hay proyectos diferenciados en su dinámica, por ahora se mantienen en su prioridad: resistencia armada, proyecto en el cual cada combatiente del ELN que se levante vivo, es un triunfador y están apostando a que este gobierno pasará y ellos seguirán presentes en la vida nacional, como ha sido en los últimos cincuenta y seis años, para en el 2022, volver a levantar la bandera de diálogos y negociaciones desde su formato: bilateralidad y amplia participación social y ciudadana.
EL ELN, persiste, porque no hemos sido capaces como sociedad de integrarlos a esta precaria democracia y para ello se requiere un gobierno con oferta de negociación, una sociedad que se involucre en el proceso –lo cual debe ser liderado por un gobierno que crea en la participación- y un ELN, que vea un camino para salir de su enorme desconfianza, reforzada por el incumplimiento de este gobierno con el acuerdo firmado con las FARC.
EL ELN, respira un aire de exclusiones, barbarie y abandono, permanece en esa Colombia profunda que poco conocemos y donde se han acumulado décadas de antidemocracia, por eso actúa de una manera que podemos catalogar de insensata y desconectada de nuestra lógica de que la acción armada no tiene ningún sentido, esa es nuestra convicción, pero otra es la del ELN, que ha permanecido en su “propio mundo”, que también es Colombia, una Colombia que merece nuestra atención y pagar una enorme deuda de abandono y antidemocracia, con muchas barbarie y sangre de por medio, de la cual por supuesto también ha participado el ELN y de la cual debe hacerse responsable, al igual que el Estado colombiano y toda esa constelación de paramilitarismo, mafias y armados que han asolado y siguen asolando los territorios donde se desarrolla este conflicto.
Por ahora, este largo conflicto va a continuar y difícil, volver a una mesa de diálogos y negociaciones, esperemos que pasen las elecciones en Estados Unidos y quizás podamos tener la posibilidad de una mesa entre el Gobierno del Presidente Iván Duque y el ELN, lo cual sería por supuesto una muy buena noticia.
Luis Eduardo Celis
Fuente: El Espectador
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