Ya se apuntaban maneras cuando el grueso del continente, junto con el grueso del mundo, afearon a los EEUU sus sanciones y bloqueos a Cuba y a Venezuela. Ahora, un comunicado de la CELAC acordado en Santa Marta le recuerda al antaño gendarme mundial que los países de América Latina y el Caribe no toleran las amenazas militares y tampoco la presencia de naves de guerra en la región, incluidas nucleares, tampoco las ejecuciones extrajudiciales a ciudadanos que, de manera legal o ilegal van en pequeñas embarcaciones, y mucho menos, las amenazas de invasión, detención o ejecución de presidentes de países soberanos.
Donald Trump está quebrando los usos y costumbres de la región latinoamericana, y ya recordó Ortega y Gasset que aún menos que los abusos, los pueblos no toleran la quiebra de los usos.
Las élites globales occidentales, las que expresan la alianza entre el capital, los Estados (especialmente su parte financiera y la jurídica), los medios de comunicación y las oligarquías nacionales, ya no tienen la capacidad de expresar con convencimiento que sus intereses coinciden con los intereses de sus países. Y como en otros momentos de la historia donde eso ocurre, recurren a su plan B, esto es, a salidas autoritarias.
La crisis de Lehmann Brothers en 2008 desató el plan B al que siempre las élites recurren cuando se ponen nerviosas. Antes, algunos se dieron cuenta de que podía ser su fin, como Sarkozy y Angela Merkel, por lo que recomendaron un capitalismo con rostro humano. Tardaron semanas en olvidarlo. La pasividad de las masas occidentales, que siguieron consistiendo, permitió que se consolidara ese capitalismo con esteroides que es el neoliberalismo, al que, para frenar las protestas, acompañaron de crecientes dosis de violencia. El regreso de la extrema derecha estaba servido.
El teatro de la socialdemocracia y la derecha liberal y conservadora estalló al no dar respuesta a las mayorías, y las extremas derechas se comieron a las izquierdas y a las derechas democráticas con una estrategia de populismo, mentiras y apoyo mediático y financiero que les llevó a gobernar en la crisis del neoliberalismo. Milei, Trump, Kast, Bukele, Noboa, Abascal, Meloni, Orban o Putin son expresiones de la crisis del neoliberalismo y de los errores de la izquierda.
Las extremas derechas, como gestores de la crisis neoliberal a las que no siempre controlan los que las pusieron ahí, han decidido dinamitar lo que llamaban, en su lucha contra China y Rusia, “un mundo basado en reglas”. El derribo alcanza a la propia democracia (en EEUU hablan de tecnomonarquías, ellos que nacieron contra el rey de Inglaterra) y al derecho internacional, que suma asaltos a embajadas, bloqueos, bombardeos de centrales nucleares, asesinatos extrajudiciales, sanciones, bloqueos, intentos de desestabilización… El privilegio es incompatible con la democracia. El 10% de la población concentra el 76% de la riqueza mundial. Y esa brecha cada vez se agranda más, ya que en los últimos años, ese 1% se apropia de más del 60% de la nueva riqueza que se crea.
Esa pobreza es la que se ve en las calles de Chicago, de Boston o de Nueva York y también en París, Londres o Madrid. EEUU, como el hegemón del modelo neoliberal, está en un callejón sin salida del que solo puede salir cambiando de modelo o prendiéndole fuego al mundo. Como lo de construir el socialismo en EEUU es a día de hoy una quimera, Donald Trump quiere regresar al pasado intentando recuperar ocho grandes controles que tenía EEUU y que, o bien ya no tiene o los pretende controlarlos desde una evidente debilidad. Y que es lo que explica el enfado con Venezuela, Colombia o México, que recuerda el enfado que en tuvieron con Cuba en los 60 o con Nicaragua en los 80.
Estos lugares de disputa serían los siguientes: el control de las rutas marítimas (donde discurre más del 80% del comercio mundial y tiene en los puertos sus atractores); el control del comercio mundial (con la desbordante competencia de China); el control de los recursos energéticos (donde aparece Venezuela como el país del mundo con más reservas de petróleo reconocidas); el control tecnológico (con una lucha a cuchillo por controlar la IA y el mercado de semiconductores vinculado a la primacía militar. Acaban de nombrar tenientes-coroneles del ejército norteamericano a ejecutivos de Palantir, de Meta y de Open IA. Además, Palantir, dirigida por Alex Karp, una persona con ideas fascistas, está concentrando toda la inteligencia política militar norteamericana, al tiempo que recibe jugosos contratos con la CIA y el FBI); el control de la moneda de reserva internacional (que es el dólar desde 1945) y del sistema financiero internacional (FMI, CIADI, mecanismo Swift); el control de las armas y del curso de las guerras (que explica las más de 200 intervenciones norteamericanas entre 1950 y 2025, cuyos últimos episodios son el genocidio en Gaza, el asedio a Venezuela y la voladura con misiles de pequeñas lanchas en el Caribe); el control de la diplomacia global (EEUU se está quedando mayoritariamente sola en importantes votaciones en Naciones Unidas, entre ellas en asuntos relacionados con Cuba y Venezuela, al tiempo que constata que su antaño obediente “patrio trasero” ya no le obedece); y el control de la hegemonía cultural (que perdió con el auge de otras culturas, como la latina -muy evidente en la música y la literatura-, con el nombramiento del Papa Francisco y luego de León XIV o con la soledad de Trump con asuntos como el negacionismo climático o la concesión del Premio Nobel “de la paz” a una enemiga de los derechos humanos como la venezolana María Corina Machado).
Es en este desesperado intento de mantener la primacía en estos ámbitos está llevando a que una parte del establishment norteamericano dé por perdida la batalla contra China y proponga concentrar sus esfuerzos en lo que Monroe llamó en 1823 su “patio trasero” (no es extraña la advertencia de Bolívar hace dos siglos acerca de los objetivos de lo que ya se veía como la amenaza del norte). Y es aquí donde cobra toda su fuerza el ataque permanente contra la soberanía de Venezuela, primero con Hugo Chávez, y ahora con Nicolás Maduro, a donde se suman las controversias con la Colombia de Gustavo Petro, el México de Claudia Sheinbaum, el Brasil de Lula Da Silva e, incluso, el Canadá de Mark Carney o la España de Pedro Sánchez. Y Venezuela sigue siendo el villano universal porque la recuperación de su soberanía con Chávez y su mantenimiento con Maduro es un firme obstáculo para la recuperación de la hegemonía global que ha perdido EEUU.
Estamos en 2026 y Venezuela puede ser para EEUU el detonante del fin de su hegemonía. Trump, salvo el apoyo de las oligarquías latinoamericanas que están en la oposición (y prefieren una invasión norteamericana a estar fuera del poder), o de países fracturados como Argentina o El Salvador, no tiene apoyos para hacer sonar sus tambores de guerra. Al tiempo, sabe que pocos llorarían su desaparición. No sabemos a dónde llegará la desestabilización interna que crece con sus ataques a los lugares donde gobiernan los demócratas -el último, el Nueva York del nuevo alcalde Zohran Mamdani-, al lado de su cacería de migrantes o de personas de origen migrantes que está prendiendo fuego al país.
Al presidente norteamericano le pasa como al dictador que retrató García Márquez: no tiene quién le escriba o, quien lo hace, le manda cartas solo para mentirle. María Corina Machado ha vuelto a engañar a Trump diciéndole que si mantenía las sanciones y llenaba la costa de portaaviones, habría un levantamiento militar apoyado por millones de venezolanos. Al tiempo, Marco Rubio le prometió el apoyo de los gobiernos latinoamericanos y le dio por hecho que Maduro estaba a punto de caer. En ese entorno le dijeron también que Petro iba a caer y, como si fuera un descerebrado, le presentaron un plan con el presidente Petro y el presidente Maduro vestidos con Inteligencia Artificial de presos de Guantánamo. Para que el perro de Paulov autoritario salivara.
Las bestias heridas dan zarpazos y si te alcanzan, te hacen daño. Pero esos intentos desesperados son los que acaban con sus últimos alientos.
Juan Carlos Monedero
Foto tomada de: France 24

Deja un comentario