Si el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la Registraduría no hubieran puesto tantas trabas a la personería jurídica del Pacto Histórico, más ciudadanía hubiera votado en la consulta del 26 de octubre, tal vez 3.5 o 4 millones.
La oposición lo sabe, por eso, la lista de supermercado, en eso se han convertido los partidos y movimientos de la oposición dada la cantidad de candidatos, no hubieran atacado de manera tan miserable la alta votación del Pacto en su consulta. Saben que la izquierda progresista les tomó ventaja, tanto en la opinión como en la organización para las elecciones de 2026.
Dadas estas circunstancias, el Pacto debe dedicarse a consolidar su pensamiento, programa y estrategia electoral, mientras la oposición de ultraderecha y de centro derecha siguen diciendo barbaridades, porque no muestran transparencia ideología, ni programas, ni talante, ni respeto a Colombia. Parecen horda de ampulosos ambiciosos. La extrema derecha neoliberal está llena personajes con alucinantes pretensiones para sus escasas capacidades y ningún mérito.
También el centro derecha muestra ambigüedad ideológica, orfandad programática, y dispara tonterías a todos lados contra el gobierno progresista y su presidente, haciéndose los pendejos con la ultra derecha, porque al final irán por esos votos, pues saben que del Pacto y del Frente Amplio no les llegarán electores, considerando qué si el candidato es Iván Cepeda, bastantes seguidores del centro votarían por él. Al final, la centro derecha y la ultra derecha harían acuerdos de último momento e irían juntos al cementerio de los partidos.
Por lo anterior y más, fue que Uribe y Gaviria se reunieron contra su propia voluntad, pues no ven otro camino que buscar una gigantesca coalición sin horizonte definido, que, según Uribe, va de Abelardo hasta Fajardo. Uribe y Gaviria son personajes en decadencia: uno ante la Corte Suprema y el otro empecinado en desbaratar el Partido Neo-Liberal. No hubieran propuesto esa coalición donde cabe todo el espectro político del pasado, evidenciando que esas fuerzas por dedicarse a insultar al presidente Petro y a bloquear las reformas sociales y las políticas progresistas, no dedicaron tiempo a pensar en una propuesta alternativa para Colombia. Vargas Lleras también hace parte de la decadencia, esperando el momento político y de salud para decir qué lugar quiere en las elecciones de 2026.
Así, la oposición, con personajes que representan el pasado sin contenidos para el futuro, encarnan la desesperación del poder para oponerse al progresismo de izquierda que lo único que pretende es construir un Estado Benefactor del siglo XXI: un capitalismo social, innovador y sostenible para superar el capitalismo neoliberal y ahora también neofascista, por definición inaceptable, inequitativo, violento, corrupto y rezagado.
En síntesis, todo se circunscribe a un capitalismo por otro. Por lo cual, es una bestialidad inconmensurable que la oposición divague y se remita a que el progresismo lo que representa es un comunismo en el siglo XXI. Más bien, la ultraderecha y la centro derecha representan las ideas malas del siglo XX y de la primera década del XXI, cuando el andamiaje neoliberal se empezó a desbaratar con la crisis financiera de 2008, mientras ocurría el ascenso silencioso y vertiginoso de China, la reestructuración militar y económica de Rusia, y el surgimiento de los BRICS.
De esta manera, Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos, Vargas Lleras, Duque, patéticos empresarios y tecnócratas del mercado que hicieron parte de sus gobiernos, representan el fin de la historia, pero de la historia neoliberal y sus expresiones políticas de ultra derecha.
Hay que entender y hacer entender a una oposición desorientada y extralimitada, que el mundo avanza en la construcción de ideologías progresistas, por ahora experimentales. Algo nuevo está emergiendo. No hay vuelta al pasado. El péndulo va en la dirección progresista. Basta mirar la inconformidad y las derrotas políticas de Trump en su país. Además, las derrotas políticas de Estados Unidos en el mundo suceden con menos temor ante las superficiales divagaciones de su presidente y por su resistencia a creer que el mundo es cada día más multipolar. Al final, un infame y efímero triunfo de Trump: la descertificación y la Lista Clinton para el presidente Petro. Incluso, la Cumbre de las Américas en República Dominicana se desbarató, porque México y otros países dijeron que no asistirían si van a estar rodeados de misiles, fragatas y submarinos, y la agenda predeterminada por la Casa Blanca.
Esperanza
En medio del desorden de la ultraderecha van las aspiraciones del Frente Amplio, cuya primera responsabilidad es decirle a Colombia cuál es su ideología y los contenidos principales de su idea de programa para disputar en marzo con el Pacto Histórico la candidatura del progresismo a la presidencia de la república. En estos días ¿cuál es la ideología de Clara López, Roy, Cristo, Caicedo y Romero? ¿Liberales de centro izquierda? ¿Centro izquierda liberal? Eso qué significa cuando el liberalismo se pulverizó desde que César Gaviria lo convirtió en una secta neoliberal cabeza del clientelismo y la corrupción.
Lo que menos debe ocurrir en el Frente Amplio es buscar a los liberales de Gaviria y a otros de la centro derecha. La propuesta de Roy Barreras a César Gaviria para que el partido Neo-Liberal se sumara al Frente Amplio, fracasó, porque Gaviria estaba pensando en Uribe, y no en el Frente Amplio. Esa intensión de Roy, es igual a la de Uribe: desde Abelardo hasta Fajardo. Acá, desde Gaviria hasta Iván Cepeda, y él como el Rey Roy del centro en el Frente Amplio, lo cual constituye un irrespeto porque si bien el Frente y el Pacto se necesitan para ganar la presidencia, no se trata de ganar con una alianza imprecisa y desconfiable, donde los contenidos están solo en la izquierda progresista de Cepeda, Corcho y demás.
Petro tuvo una coalición pegada con saliva, y lo pagó caro, muy caro, porque lo traicionaron, le enterraron las reformas sociales y le bloquearon la administración. No se trata de ganar para después tener poco poder para gobernar. Buscar a Gaviria cuando se opone a la reforma a la salud, muestra claramente que Roy no quiere una reforma como la que tiene secuestrada la Comisión Séptima del Senado.
El Frente Amplio no puede ser la centro izquierda que se abraza a la centro derecha y a la derecha si es del caso. No se trata de ganar para luego perder. La ambición personal no cabe en la propuesta progresista, solo cabe la ambición colectiva de cambio y la democracia cada vez más participativa. Deben ser coherentes y sinceros con la gente. Si no pueden hacerlo, entonces, deben irse con Claudia, Fajardo, Oviedo, Luna, Gaviria, Cárdenas y demás.
Es urgente que se encuentren los otros del Frente Amplio y el Pacto Histórico, para definir pensamiento, programa y acción colectiva en la cual las candidaturas deben adelantar su tarea política y electoral. Así no lo crea, el marco de pensamiento es lo más importante, tal como lo expresa Carolina Corcho en su libro NI UN PASO ATRÁS, porque en últimas se trata de formar un partido para un cambio cultural a través de la política. Ahí se definirá la diferencia con los demás partidos, no en quien prometa más escuelas, colegios, hospitales y más kilómetros de vías terciarias.
Hizo muy bien el Pacto Histórico de anunciar el inicio de la campaña para la consulta del marzo con el Frente Amplio y las elecciones para Senado y Cámara. Va adelante, y ojalá los ruidos internos desparezcan.
Jaime Acosta Puertas

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