“Es realmente una comunicación con fantasmas”
Franz Kafka a Milena Jesenskà[1]
Fernando Botero nació en Medellín, el 19 de abril 1932 y murió el viernes 15 de septiembre del 2023. Su fecha de nacimiento y de muerte, se inscriben en una historia que hace parte de la Historia. En ella, el tiempo y el espacio, la ciudad y el arte, se pueden observar a través del mundo moderno, indagando sobre la política y la libertad. La singularidad del trabajo de Botero, permite reflexionar entorno al territorio, la ciudad y la POLIS.
No es nuestra pretensión desarrollar los fantasmas de la “Carta al padre” de Kafka, la cual nunca llegó a enviar. Pero si tomarlos como representación del testimonio de un conflicto familiar, considerado con razón, como un asunto trascendente en la literatura universal. La amistad del pintor con ese otro gran protagonista de la historia de nuestro país, conocido universalmente como el creador de Macondo, estuvo como las figuras de Botero, con el ojo puesto en el espacio de una forma contradictoria, llena de malentendidos, pero afectuosa e incondicional en el difícil trabajo de la creación artística.
Por tal motivo, la relación entre Gabo y Botero, la pluma y el pincel, son desde nuestra visión, una de las claves para comprender y relacionar a ambos creadores con la vida espiritual de la metamorfosis, hoy conocida como la Transformación de Kafka. Ella encarna, en su personaje universal Gregorio Samsa, a las GORDAS de la plaza Botero, con las cuales se pasean los visitantes antes de ingresar al Museo donado por la generosidad de artista con su terruño, donde se encuentran los sueños del pintor, colgados en las paredes del museo. Esta muestra, como la donación Botero en Bogotá, son una memoria del recorrido del pintor antioqueño por muchas plazas y ciudades del mundo, así como por la inmensa cantidad de libros sobre su obra, solo equiparable al viaje a través de la soledad, del inmortal Macondo.
Gabo y Botero representan una amistad comparable a la de Rilke con Augusto Rodin, su amado maestro, -el más grande escultor de la República Francesa- quien como Botero volvió sus ojos al primer renacimiento Italiano en diálogo con Dante y Giotto. Igual lo hizo Gabo en sus obras literarias con los poetas y escritores universales. Su centro fue Franz Kafka. Oigamos uno de sus más celebrados personajes: “Cuando, una mañana se despertó de unos sueños agitados, se encontró en su cama transformado en un bicho monstruoso”.
El mundo de Kafka es, como el mundo creado a través del tiempo por el pintor de la ciudad, Fernando Botero, una representación estética, donde el pueblo interroga a la obra y la obra interroga al pueblo, en un universo intangible e inmanente, donde el pintor se da el lujo de representarse como en las Meninas de Velázquez, pintando una mujer frente al espejo. Carlos Fuentes en “Viendo visiones” recuerda como las mujeres de Botero son un diálogo interrumpido, una creación jamás concluida. En el baño, el óleo sobre lienzo que hace parte de la donación Botero, se puede observar al pintor pintando a una mujer en su bañera,[2] sabiendo que de ahí no saldrá nada diferente a la mirada del artista sobre su trabajo creador.
Como se encuentra en una de sus pinturas -puede ser contemplada en el museo Botero de Bogotá- el pintor observa a una mujer en el baño, como lo hizo Gabo con la innumerable cantidad de mujeres que poblaron su universo literario. Ambos, a su manera, coinciden en una trayectoria compleja a través de la historia del arte. A las mujeres de Gabo y Botero; no le podemos asignar un lugar fijo e inamovible por más peripecias literarias o pictóricas que realicemos. Esas “bailarinas” que poblaron su universo poético, son una vía para interrogar el diálogo eterno a través del arte: La mujer es para el hombre y la sociedad en Gabo, lo que es para Botero la mujer en la ciudad y el territorio, las bailadoras “Paralizadas por la luna”[3].
La historia de un artista, como la historia de cualquier acontecimiento social, depende para dar coherencia al relato de la elección arbitraria de un principio; “principio”, palabra que atraviesa la filosofía y la política. Viéndolo bien, es una convención compleja de los acuerdos creados por el individuo y las sociedades para habitar el mundo. En la historia de la humanidad como en la historia del arte, dicho instrumento se conoce como la tecnología y lo representamos hoy como vehículo de comunicación e interacción entre el mundo biológico natural y el mundo político económico. Estos mundos, circulan tomándose de la mano, dando cuenta del movimiento que va, de lo viviente biológico a lo cultural institucional.
El mundo con sus diferentes tiempos y espacios, evoluciona en la enigmática complejidad de una multitud de factores que van dando vida a las diferentes visiones sobre la política, la economía y las instituciones de la sociedad. Las relaciones entre el arte y la política permiten indagar sobre las difíciles relaciones entre Gabo y Botero. La vida de Botero, como es conocido, estuvo atravesada durante casi toda su existencia por el gran pintor del siglo XX, Pablo Picasso. A su manera, al igual que su amigo y guía, entra y sale con su estilo propio con muchos temas y por razones de las que no nos ocuparemos en este texto, lleva a Botero, como llevó a Picasso en su tiempo, a buscar de tanto en tanto, un cambio de clima en las relaciones entre el punto y la línea, entre el color y la forma.
La historia del arte en Colombia, en términos muy simplificados, está dominada por las obras de unos cuantos seres humanos, hombres y mujeres, que con sus trabajos dan lugar a la historia y su representación en un periodo de la historia. Al intentar una secuencia cronológica, arbitraria como toda secuencia, no se puede omitir su gran simplificación en el Tiempo y el espacio pletórico de repeticiones, contradicciones y problemas, materiales y psíquicos. Estos, actuando como si fueran pequeñas partículas en sus líneas fuerzas, van emergiendo por medio de puntos y líneas arbitrarias y fijas, dándonos una gran lección sobre las relaciones entre Botero y Gabo, entre la pintura y la narración.
Gabo, el más grande narrador y fabulador reciente del mundo glocal, lo dice así, “Mi vocación y mi actitud … como los cuenteros de los pueblos que no pueden vivir sin contar algo. Real o inventado, eso no importa. La realidad para nosotros no es lo que sucedió, sino también y sobre todo esa otra realidad que existe por el solo hecho de contarla…”[4] Botero, a su vez, narró a su manera la historia, pasando de la pintura a la escultura, de su pueblo natal a las calles y plazas del espacio público de las grandes ciudades del mundo. Nos dejó su visión sobre la vida y la muerte: lo más negativo de la muerte no es el acto natural, sino el dejar lo más importante en la vida, pintar, esculpir, dialogar con el pasado desde presente y proyectarse al futuro.
Con Botero, se va el más popular de los pintores y escultores nacidos en la primera mitad del siglo XX. Su obra cubre una parte de la historia del país. Con Gabo y sus complejos y difíciles encuentros, se tejió en la década de los 50 del siglo pasado una historia. Gabo a nivel global, se inmortalizó con su universal Macondo. Botero, el más universal a nivel local territorial de nuestros artistas, lo hizo con sus volúmenes. Botero en diálogo con su pueblo, creó una conversación ética y estética con la figura femenina. En ella, sus voluminosas formas emergen como “las gordas”. Estas al ser pobladas de amores y odios, son las claves de la HISTORIA de su patria chica, la que supo pintar e interrogar.
En Gabo y Botero, la historia del país y el mundo que ellos vivieron, en una palabra, la historia social a través del largo proceso de ascenso del liberalismo político al poder, hasta el momento donde se hizo a él, dando nacimiento a la globalización del mundo de la vida, es un proceso complejo. Este no se puede captar con las viejas teorías. En especial con aquellas que piensan el desarrollo de la sociedad como un proceso de crecimiento lineal y acumulativo, con un universo gobernado por leyes físicas asimilables a una maquinaria de relojería donde el todo y las partes están organizados para un fin. Tampoco es posible como llego a pensar Gabo, concebir los grandes hechos y personajes de la historia universal como pensaba Marx:[5] una vez como tragedia y la otra como farsa, llegando a su determinismo histórico: la lucha de clases como ley que rige la marcha de la historia.
Para ambos artistas, en la sociedad no hay obra terminada. La historia es creación compleja. Obra de un colectivo anónimo donde el ser humano busca un saber general y un saber sobre el mismo en particular. Para ello, despliega una “capacidad”, una posibilidad única: la posibilidad de hacer ser otras formas de existencia individual que no están determinadas, pero si condicionadas; no excluye el surgimiento de nuevas formas y figuras, de nuevas determinaciones, las cuales las realiza por medio de la acción humana individual y colectiva, excluyendo una visión determinista de la sociedad y de la historia.
Los retos de la sociedad HOY, requieren de individuos como Gabo y Botero y de sociedades con mayor autonomía y conocimiento de causa en los asuntos colectivos para poder cuestionar y criticar. Para ello, se debe situar el interés privado como simple medio y no como un fin en sí mismo. Esta tarea es imposible sin la creación de nuevas formas de existencia capaces de establecer como objetivos de vida, no solo la producción y el consumo de bienes materiales, sino el disfrute de las riquezas naturales y psíquicas creadas por el ser humano a través de la Polis, de la política. No en su sentido meramente procedimental y electoral, sino en sus raíces más nobles: la búsqueda del buen vivir, como fue en esencia la actividad básica de ambos artistas
El proyecto educativo de Gabo y Botero, es imposible sin crear un espacio efectivo para la auto alteración de la sociedad, donde el decir y el hacer se interrogan en un mismo movimiento, sabiendo ubicar las dolencias de la sociedad. Estas, no están en la física ni en la biología, sino en las estructuras complejas de los individuos y la sociedad. La política, hoy con niveles de descomposición y desmoronamiento de sus bases societarias, no solamente en la forma de producción de las riquezas, sino en la crisis ecológica, son un llamado de urgencia para discutir sobre la Democracia, imposible de concebirse sin la creación de una vida digna mediada por los derechos humanos y las diferentes éticas de la creación. En nuestro caso, por la pluma y el pincel del creador de Macondo y del pintor de la ciudad.
La obra de Gabo y de Botero son desde la anterior perspectiva, una discusión con los Mercados, esas potentes máquinas de creación y destrucción encargadas de revelarnos los precios y ocultarnos los valores sustantivos de la sociedad. Los valores son el tema central de la política. Esta no puede existir al margen de una adecuada conducción económica. Política y economía desde nuestra visión, son una vía para pensar en la necesidad de la democracia sin caer en la ingenuidad de querer sustituir los mercados por quimeras, o la política por los bienes públicos que confunde no solamente precios con valores, sino instintos animales con deseos humanos y la Barbarie con la Democracia.
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[1] Franz Kafka, “Cartas al Padre”, Vitalis S.R.O., Biblioteca Bohémica, 2007, Pág. 73.
[2] Donación Botero, colección banco de la República, Bogotá, 2000, pág. 225.
[3] Carlos Fuentes, “Viendo Visiones”, Fondo de cultura económica, México, 2003, pág. 502 y siguientes.
[4] Gabo contesta, El tiempo casa editorial, Bogotá, 2015, pág. 62.
[5] Me he ocupado recientemente de la discusión en torno a Marx, en; “Marx Hoy”
Fabio Giraldo Isaza Editor Bogotá, D.C., ACADEMIA colombiana ACCE, Ediciones Aurora, 2022.384p.
Fabio Giraldo Isaza
Foto: Botero y la Mujer
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