Armando Montenegro es un economista que como Keynes en la lucha de clases siempre estará en la trinchera defendiendo a los capitalistas. Esto es lo que hace efectivamente desde sus columnas de opinión, pero como sucede con otros muy reconocidos economistas intenta ocultar su posición y se presenta como defensor del “verdadero pueblo”. En columna de El Espectador[1] del 15 de junio de 2025 critica la reforma laboral señalando que solamente va a beneficiar a asalariados privilegiados.
Afirma que la reforma laboral propuesta por el gobierno beneficiará principalmente a los trabajadores sindicalizados y dentro de estos a los trabajadores del Estado a los cuales considera unos privilegiados. Veamos sus argumentos y datos para sustentar su posición.
- “Las llamadas centrales obreras, las grandes defensoras y promotoras de la reforma laboral en su mayoría no están constituidas por obreros. No se trata del proletariado de la mitología socialista: los explotados por el capital, que les extrae la plusvalía y los mantiene en la pobreza.”
Montenegro no presenta cifras que muestren cuántos de los afiliados a las centrales obreras son realmente obreros, algo que mínimamente debería ofrecer al lector. Con toda seguridad se trata de trabajadores asalariados pertenecientes a diferentes grupos: asalariados de empresas capitalistas de distintos tamaños, asalariados de empresas comerciales e industriales del Estado y asalariados del Estado en la producción de servicios no comerciales (como por ejemplo, trabajadores del sector educativo o del sector salud). Evidentemente dentro del conjunto de trabajadores asalariados hay parte que no genera plusvalor, aunque si cuestan porque deben pagarse con impuestos, pero lo que si resulta claro es que la feroz opinión a la reforma por parte de los gremios empresariales se debe a que el incremento de los costos laborales les disminuye las ganancias a los capitalistas.
La explotación capitalista no es un mito: el propio DANE muestra como un puñado de capitalistas se queda todos los años con una magnitud enorme bajo la figura del excedente bruto de explotación: 12 millones de asalariados reciben lo mismo que menos de 300 mil patronos.
- Las centrales obreras defensoras y promotoras de la reforma laboral “son poderosos sindicatos de empleados públicos, como los maestros y otros funcionarios del Estado, que hoy están incrustados en el Gobierno. Cuentan, además, con estabilidad laboral y ellos y sus familias gozan de servicios de salud y pensiones subsidiadas.”
En esto se concentra su argumentación: hay unos trabajadores asalariados que son unos privilegiados porque están en condiciones en las cuales se cumplen las normas del código sustantivo del trabajo, tienen cierta estabilidad en sus trabajos y obtienen salarios superiores a sus compañeros de clase menos afortunados. Montenegro y muchos otros (ver por ejemplo Hofstetter) tratan de destacar los “privilegios” de estos trabajadores y ponerlos en conflicto y contradicción con aquellos que no consiguen dichas condiciones laborales. Es una postura bastante mezquina, por decir lo menos.
- “Estas organizaciones y los funcionarios que representan no hacen parte de los grupos más pobres de la sociedad”
Montenegro trata de reforzar su argumentación de la existencia de unos trabajadores privilegiados. Considera que “estos empleados sindicalizados pertenecen a la llamada clase media, puesto que sus ingresos son superiores al del 50% más pobre de la población colombiana.” Tampoco presenta aquí información sobre los niveles salariales de los trabajadores que apoyan la reforma de Petro. Las cifras que utiliza el DANE para clasificar a la población en clases sociales establecen un rango muy amplio a lo que denomina clase media, lo que implica que una gran cantidad de trabajadores puede superar el rango mínimo sin que esto signifique una suma extraordinaria de ingresos. ¿Pensará Montenegro que un maestro que se gane $3 millones mensuales está en una situación muy buena de ingresos? Es evidente que es mucho mejor que quien gana el salario mínimo, pero tampoco es una cifra del otro mundo.
- Montenegro se preocupa, aparentemente, por los más pobres entre los pobres
Con base en lo anterior considera que los trabajadores sindicalizados “no pertenecen a lo que se entiende por el “pueblo”, un concepto que debería incluir preferencialmente a los desempleados, los informales, los pobres y olvidados de las zonas rurales y marginadas.” Montenegro no se destaca por su claridad conceptual. En primer lugar no nos dice que es lo que se entiende por pueblo ni quien ha dado una definición universalmente aceptada. En segundo lugar presenta su definición de pueblo: los desempleados, los trabajadores informales, los pobres y olvidados de las zonas rurales y marginados, preferencialmente. Pero deja un campo para aquellos que no son preferenciales: por ejemplo, los millones de asalariados que ganan el salario mínimo o un poco más. ¿Este grupo también pertenece al pueblo? Parecería que sí, y es justamente el grupo que pretende beneficiar la reforma laboral. De otra parte, según estas clasificaciones científicas de Montenegro, un desempleado sería parte del pueblo, pero si consigue un trabajo con contrato laboral, dejaría de ser parte del pueblo? ¿Si un trabajador informal consigue trabajo asalariado, deja de ser parte del pueblo?
- Montenegro defensor del pueblo
Montenegro está pensando en los “verdaderamente pobres”: “Los colombianos verdaderamente pobres no disfrutan de las ventajas y protecciones laborales de los empleados representados por las centrales obreras.” ¿Cuál sería la categoría complementaria de verdaderamente pobres? ¿Falsamente pobres? Montenegro nos deja muchas dudas. Pero no se detiene a precisar estas nimiedades y pasa a caracterizar a estos pobres de verdad: “Las mismas estadísticas oficiales muestran que más de la mitad de los trabajadores colombianos gana menos de un salario mínimo, y así mismo, que cerca del 60% de ellos está en la informalidad. Prácticamente todas estas personas carecen de estabilidad laboral y seguridad social. Su difícil supervivencia depende de lo que escasamente ganan en la lucha diaria por conseguir con qué comer.”
Insiste en que los verdaderamente pobres no están representados en la reforma laboral y no se van a beneficiar con su aprobación. Montenegro enarbola la bandera de la defensa de los verdaderamente pobres.
- La reforma laboral va a beneficiar, según Montenegro, a los asalariados privilegiados y a perjudicar a los más pobres.
El aumento de los costos del trabajo afecta en primer lugar a los patronos porque les reduce sus ganancias. Montenegro no dice nada sobre esto: silencio absoluto. No hay que ser economista de la Universidad de los Andes ni exdirector del Departamento Nacional de Planeación para saber esto. Pero Montenegro considera que no es prudente mencionarlo. Decir de frente que lo que no le gusta de la reforma es que afecta las ganancias de algunos capitalistas quizá no es conveniente. Y entonces menciona “estudios serios” para sostener que dicho aumento de los costos del trabajo “afectará seriamente a los pequeños negocios y, por lo tanto, incrementará el desempleo y la informalidad y, de esta forma excluirá a miles de personas de la seguridad social y la protección de las leyes laborales.” El estudio del Banco de la República no es concluyente sobre estos efectos; además se fija solamente en los costos, pero no mide los beneficios. El análisis de ANIF presentado recientemente reconoce que no hay evidencia suficiente[2] y que lo más sensato es tener un mecanismo de evaluación de los efectos de la reforma, algo que no se hizo con la reforma de Uribe que redujo los costos laborales y seguramente Montenegro apoyó.
La posición de Montenegro se resume en plantear que: 1) la situación laboral de la mayoría de la gente es terrible; 2) hay un grupo de asalariados en mejores condiciones, que deberían estar satisfechos con su situación de privilegio. En algo tiene Montenegro razón: es tan mala la situación de la mayoría que alguien que se gane 3 o 4 millones mensuales es un privilegiado. Esperaría uno del abanderado del pueblo que en vez de tratar de impedir que mejore un poco la condición de millones de asalariados de bajos ingresos, se preocupara por presentar al gobierno las soluciones para garantizar a todos las personas un trabajo digno con un ingreso adecuado. Desde que existe el capitalismo en Colombia hay millones de desempleados, las tasas de desocupación varían, pero siempre un porcentaje importante no consigue trabajo, y el trabajo informal es extraordinariamente alto[3]. Ningún gobierno ha logrado resolver esto. Ni siquiera el de César Gaviria cuando Montenegro fue director del Departamento Nacional de Planeación. Si tiene la fórmula para resolver estos problemas ¿por qué no la presenta a la opinión pública?
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/armando-montenegro/el-pueblo/
[2] https://www.sur.org.co/anif-contra-la-reforma-laboral-del-gobierno-petro/
[3] https://www.sur.org.co/el-desempleo-y-el-trabajo-informal-problemas-insolubles-en-la-economia-capitalista-colombiana/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: La Silla Vacía
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