El día sin IVA así como lo leen, vino para quedarse, ya no como una estrategia de “reactivación económica” sino como una “compensación” por lo que el gobierno de Iván Duque de manera aún más atrevida y frentera que el de su mentor Uribe llevará como propuesta de reforma tributaria el parlamento en 2021: la eliminación de todos los conceptos de productos exentos y excluídos y la unificación del IVA a la tarifa general del 19%.
En la práctica, esto implicará gravar con IVA la canasta familiar, concepto que cada vez resulta menos claro que contiene, y con ello afectar de manera directa las finanzas de los 10 millones de hogares más pobres, que hoy a duras penas pueden lograr lo necesario para comprar alimentos para dos comidas diarias.
Así, el gobierno que prometió “Mas Salarios y Menos Impuestos” sigue en el camino de contradecir todo su discurso, muy útil para pescar incautos en épocas electorales, pero poco eficaces para pagar los favores y lealtades a esa clase de dueños de capital que quitan y ponen presidentes a su haber, con el objetivo de que estos terminen acomodando la política pública a sus pequeños y obtusos intereses que se resumen en solo uno: tener cada vez mas y mas ganancias.
No solo de “Día sin IVA” se componen las limosnas, también de “Devoluciones de IVA” a los hogares mas pobres, una medida que tiene más publicidad que resultados y que obviamente no llega ni al 24% del total de hogares más pobres del país, adicional a que su monto es totalmente ridículo y, sobre todo: no compensa lo que los hogares pobres en Colombia, pagarán por incluir IVA en los bienes esenciales de consumo.
En materia tributaria, el tercer gobierno del uribismo no se diferencia en nada delos dos primeros: ya el anhelo de tener un IVA generalizado había sido tema de discusión en las acaloradas noches de diciembre de 2002 cuando de un plumazo el ministro Junguito llevó tan inusitada propuesta a las plenarias de la Cámara y fueron aprobadas sin dilación por un Congreso dominado en un 25% por paramilitares y en un 60% por la misma clase política que lame las botas del mandatario de turno.
En aquel tiempo fue la Corte Constitucional la que salvó al país de la medida y de paso le recordó a Congreso y gobierno, que atentar contra la progresividad del sistema tributario era un irrespeto contra la Constitución. Hoy, con una corte mucho menos honorable, y un Congreso mucho más desprestigiado se espera que el raponazo tributario sea doblemente poderoso.
Todo esto, porque el gobierno necesita recursos, y esos recursos no los van a poner ni los bancos que acumulan 8 billones de pesos de ganancias en medio de la peor crisis económica del país en toda su historia, ni las grandes empresas que se han hecho acreedoras a jugosos apoyos del gobierno (el 57% de los recursos del Programa de Apoyo al Empleo Formal se quedaron en los bolsillos de las grandes empresas), sino como siempre la clase media y los más pobres que ahora verán incumplidas todas las promesas de un gobierno que llegó con engaños y trucos de malabarista.
Lo que es evidente es que el gobierno nacional no está en manos de Duque ni de Uribe sino de los poderosos empresarios que financiaron sus campañas y que ahora reclaman los dividendos, como señala Gustavo Bolívar en su columna del portal Cuarto de Hora: “el mejor negocio es invertir en el Centro Democrático”, poner entonces un peso en las campañas de estos títeres resulta tener retornos asombrosos.
Y finalmente, en medio de toda esta crisis que evidencia que estamos gobernados por lo peor de lo peor, no es paradójico que un gobierno que aún no se gasta ni la mitad de los recursos del FOME -fondo creado para financiar las necesidades de la crisis- enfrente una de las peores catástrofes naturales vividas en el territorio colombiano acudiendo a la limosna y al buen corazón de los colombianos: plata para regalarle a los ricos hay, para los habitantes de las Islas de San Andrés y Providencia no hay un solo peso.
Obviamente esto no es más que otro frente de negocio: ayudas que nunca llegarán, entidades de gobierno que comprarán con sobrecostos carpas y mercados, ONG -no todas afortunadamente- que harán su negocio con los niños afectados por el huracán y por los abuelos sin hogar, y medios de comunicación que pueden llenar los horarios “prime” con imágenes de la devastación y luego con escándalos de corrupción.
Habrá entonces que esperar en 2021 el día sin IVA para hacer mercado, en los otros 364 reinará el hambre.
Jairo Bautista
Foto tomada de: El País de Cali
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