Aquí van cinco cosas que debiera hacer hoy el laborismo para empezar a consolidar esa coalición accidental como una mayoría progresista.
1. Concretar el programa antiausteridad
Las elecciones anticipadas no les dejaron tiempo a los laboristas para traducir sus planes de gasto en equivalentes monetarios a escala local, pero muchas familias de clase trabajadora se hicieron una idea por sí mismas. Nueve libras semanales para comidas escolares; nueve mil anuales para tasas universitarias; atención a los ancianos por valor de cientos de libras mensuales; salario mínimo a diez libras la hora. Para cuando concluya el verano, las secciones laboristas locales tienen que estar en disposición de explicarle a cualquier votante en cuánto se va a beneficiar exactamente si ganan los laboristas.
2. Neutralizar las cuestiones de defensa y seguridad
Las historias de terror del Daily Mail y el Sun no funcionaron, pero los que hacían campaña tuvieron que pasar horas y minutos muy valiosos tratando de desahacer prejuicios. De modo que el laborismo tendría que empezar ya una revisión estratégica de seguridad y defensa. Debería poner de acuerdo el diseño de las fuerzas armadas británicas con la política exterior de Corbyn, delineada en Chatham House [sede del Royal Institute of International Affairs, la más célebre institución británica de análisis de asuntos internacionales]; deberían ponerse en consonancia los servicios de seguridad e inteligencia con las amenazas rápidamente cambiantes del yijadismo, los ciberataques y la política diplomática rusa de riesgo calculado. Pónganse los asuntos de Interior y Defensa en manos de ministros del gabinete en la sombra que sean capacitados, procedentes del centro izquierda y el sector moderado, y que los tecnócratas se ocupen de lo que haga falta diseñar de nuevo.
3. Reconstruir el Partido como alianza
En lo que respecta a las bases, los grupos favorables y contrarios a Corbyn tardaron algo de tiempo en aprender a funcionar como un solo equipo. Si está claro que el programa económico y el liderazgo de Corbyn están seguros, hay que albergar en nuevas estructuras los argumentos de las medidas políticas en otros campos, por ejemplo, asociando Momentum, Labour First y Progress [corrientes laboristas] con el Partido mismo; o con la elección del secretario general. .
4. Aprender cómo hacer campaña de un modo moderno
En mis viajes por distritos electorales ambicionados por los laboristas y con escaso margen de votos, encontré poca cosa en lo que respecta a procedimientos normativizados y escasa correlación entre buenas prácticas y orientación política; había casos de una buena maquinaria local blairista y otros de una nefasta maquinaria corbynista, y al revés. Es la herencia de una maquinaria regional y nacional que en la época de [Gordon] Brown obligó a secciones y candidatos de los distritos electorales a pedir permiso para hacer o decir cosas.
5. Comprender el poder de los datos
Con Theresa May no habrá medidas enérgicas contra los “anuncios obscuros” [publicidad electoral negativa no regulada enviada por los conservadores a través de redes sociales] y los gastos locales subrepticios en publicidad con propósitos precisos, que predominaron en la campaña de los “tories”. De manera que el laborismo tiene que recaudar dinero y reclutar asimismo equipos que lo consigan. Al partido afluyen las cuotas de medio millón de afiliados, pero buena parte de los datos laboristas estaban anticuados y dispersos. ¿Por qué?
Con estos contados cambios de urgencia, el laborismo podría ponerse en situación de iniciar una campaña que empiece mañana pero no se interrumpa: crear la posibilidad siempre presente de una victoria laborista cuando a May se le acabe el carrete.
Corbyn ganó votantes porque contaba una historia. Era lo bastante inconcreta como para permitir que un millón de votantes de los Verdes y posiblemente otro millón de antiguos votantes del UKIP creyeran que podían ser parte de ella, pero eso no se va a consolidar en un relato único, a menos que Corbyn y la burocracia laborista estén preparados para llegar a compromisos.
El compromiso de Corbyn debería ser el de Nye Bevan en la década de 1950, que fue el de Alexis Tsipras en Grecia en 2015: primero te dedicas a una economía radical…y todo lo demás lo haces con precauciones. Atacar las redes de las élites del poder imperial más antiguo del mundo supone cortejar el fracaso. Corbyn debería buscar ministros en la sombra que se comprometan de modo entusiasta con la modernización y equipamiento de la policía, los servicios de inteligencia y los militares, y dejar el resto a los expertos. Ya será bastante duro desmantelar el poder económico de la élite del Reino Unido como para tener al mismo tiempo que romper las redes de poder politico.
El cuartel general laborista debería comprometerse a renunciar a cierto control. El laborismo cuenta con medio millón de afiliados, pero fue un comité de tres personas el que decidió quiénes debían ser candidatos en las elecciones del pasado jueves [8 de junio]. No hubo una discusión política substantiva sobre el programa más allá del comité ejecutivo nacional. Hay numerosas secciones que están suspendidas o sufren exclusiones arbitrarias respecto a quién es el que hace qué.
Conforme el número de afiliados se amplíe hasta llegar al millón, tendrán la expectativa de algo que decir a cambio de gastar suelas en periodo electoral. De manera que el laborismo tiene que democratizarse, y rápido. El siguiente capítulo de la historia lo tienen que escribir los doce millones de personas que votaron el jueves a favor de una esperanza.
Paul Mason editor de economía de Channel 4 News. Su libro “Postcapitalism: A guide to our Future”, ha sido publicado por Penguin en 2015. Ha sido uno de los asesores de Jeremy Corbyn en esta campaña.
Fuente:
The Guardian, 9 de junio de 2017
Traducción: Lucas Antón