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Poder eclesiástico, pedofilia y virginidad

7 julio, 2025 By Ricardo Chica Leave a Comment

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La Iglesia Católica (IC), incapaz de mirar a sí misma, y vivir el arrepentimiento que predica, ni siquiera se ha percatado de la gravedad del escándalo de la pedofilia y sus obispos siguen protegiendo criminales; incluso buscados por la ley civil sin la cual esta espantosa situación hubiera pasado de largas porque la represión de la información llego a una amenaza de excomunión a quien la ventilara por parte de Ratzinger. El punto es que esa gravedad nace de un problema estructural secular de la IC con el sexo, lo cual la lleva a defender el celibato sacerdotal y la exclusión de la mujer del sacerdocio por encima de toda racionalidad. Es obvio que la causa del problema es esta norma impuesta a quienes no tienen vocación celibataria, pero si sacerdotal; en una estructura en la cual el poder y el control son lo determinante. La pedofilia nace pues de la combinación de este poder con una patología psicológica agravada por dicha norma.

Es curioso Jesús nunca hablo de sexo, salvo una referencia de pasada a la virginidad que como de muchas cosas en el evangelio no sabemos en realidad si lo dijo y como lo dijo (en cuanto que son las reflexiones teológicas de las comunidades de los evangelistas); más bien le salió al paso a quienes pretendían juzgar al respecto (a la mujer adultera). La obsesión eclesiástica solo es explicable por un mecanismo psicoanalítico obvio, la fetichizacion del sexo, al cual se le atribuyen poderes extraordinarios como también a la abstinencia de él; es la típica alienación en lo negado, temido y empoderado.

Y la cosa es realmente grave como lo muestra la imagen sanitizada de la familia de José, María y Jesús. Es absolutamente obvio, y se necesita estar enceguecido por la luz de la verdad, que Jesús tuvo hermanos. Pero ¡qué horror María tener sexo con su esposo! (¡que suciedad, virgen en antes y después del parto! el mito de que o virgen o puta) peor en una sociedad en la cual la reproducción había sido una norma desde Abraham. Probablemente María enviudó en el periodo en el cual Jesús permaneció con ella. Esta realidad, que Jesús tuvo que trabajar para sostener a su familia, acercan ésta a la realidad de la vida de las personas que no es como dice el chiste de que Jesús era paisa porque su mama creía que él era Dios y el murió creyendo que ella era virgen. No, María y Jesús tuvieron que luchar como cualquier familia pobre para sacar adelante a una familia, la cual aparece asi como cercana a la vida normal de las familias, él trabajando como un obrero de la construcción, un albañil de la piedra y de la madera. Los pajaritos del cielo no traían a esa familia mana del cielo ni Jesús levitaba para recogerlo. Jesús no tuvo como se dice que convertirse a los pobres; el nació, creció, trabajó y murió como pobre, lo cual incluyó trabajar asi para llevar el pan a la mesa de sus hermanos. Por otra parte, la transición al culto a la virginidad tiene profundas raíces tanto en el misoginismo judío como en el ascetismo de los padres de desierto que seguían la tradición de la secta de los Esenios. Un ascetismo que generaba una dinámica psicológica paranoide frente a supuestos ataques del demonio, tentaciones en las cuales las mujeres jugaban un papel central. A qué nivel de patología institucionalizada llego esto que Gregorio el grande tuvo el atrevimiento de identificar a María Magdalena con la prostituta sin más fundamento que su prejuicio patológico del sexo.

Se trata de un problema de una visión patológica del sexo y del poder que el sacerdote ejerce sobre los fieles en la IC que los infantiliza para controlarlos a un nivel de intromisión extremo reflejado en Humane Vitae; encíclica que manifiesta la desconfianza en la capacidad del laico de decidir en forma responsable y adulta sobre su vida. Los eventos de la crisis como emergieron en Boston, como en muchos casos gracias a los periodistas; Irlanda y sobre todo el horror de la postura del vaticano: Juan Pablo II apoyó hasta el último momento al monstruo Maciel y Ratzinger después de que como obispo protegió a unos de estos criminales, desde la congregación de la doctrina de la fe hizo lo imposible para continuar con la política de ocultamiento. La IC se convirtió en una organización criminal ocultando y protegiendo a criminales de la justicia civil. Y el horror que indignaba a Ratzinger no era el trauma de las victimas sino el sacrilegio del sacerdocio; siempre la institución (el poder) por encima de las personas, los débiles que Jesús ha constituido en su sacramento.

Francisco intentó avanzar algo, pero como lo muestra el bandazo actual de León XIV y los sectores conservadores que le hicieron la vida y su gestión del cambio imposible, la situación no tiene nada de esperanzadora. Claro que Francisco siguió a JPII, quien decretó sin fundamento ni bíblico, ni teológico, ni en la tradición no patológica descartando el sacerdocio femenino. Una misoginia manifiesta también en Humane Vitae en cuya adopción influyó JPII quien creía compensarles con gestos teatrales como pedirles perdón de rodillas; Francisco logrando un muy moderado avance en materia de celibato sacerdotal. Pero la reacción conservadora montada sobre los pronunciamientos de León por ejemplo sobre el rito tridentino y la sinodalidad y vuelta a tradiciones rituales deja pocas esperanzas. Toda una andanada publicitaria en la cual Francisco es presentado como un hereje autoritario. Es parte del síndrome institucional de la incapacidad de mirar a sí mismos obsesionados con controlar a los laicos, una forma de poder que contribuyó enormemente al horror de la pedofilia, la cual, como la violencia conyugal, una estructura psicológica que tiene mucho en común con ella, es un problema de poder.

Incluso con referencia a Ucrania y a Palestina León significa una regresión frente a Francisco quien había reconocido la provocación de la ampliación a la primera de la OTAN y había criticado a los criminales sionistas. Las esperanzas para un cambio son pues muy limitadas en una gestión vista como una reversión; y el atraso de la IC se afincará y profundizará, como lo decía el gran biblista jesuita C Martini arzobispo de Milán, la IC está atrasada dos siglos; y Francisco no alcanzó. Lo que importa son las tradiciones así estas no tengan ni fundamento ni funcionalidad algunas. Pero la autoridad eclesiástica prefiere privar de ministerio sacerdotal a decenas de millones de personas que bien pudieran ser ministradas por casados o mujeres, por adherir a ellos. Una inversión de los valores que no resiste la más mínima consideración racional moral. La política, el poder del control del laico frente a quien se establece la diferenciación mediante el celibato, más que su servicio, es lo fundamental.

Ricardo Chica

Foto tomada de: El País

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Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

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