He caminado esas tierras con Marco Lozada, Severiano (QEPD) y con Humberto Araque, entrando por Guayabillas, tejiendo sueños de vida digna desde el proceso organizativo y cultural de la región. Testigos somos de los incumplimientos de gobiernos que firmaron acuerdos de carretera en el 87, 91, 96 y 99 del siglo pasado, tales como la apertura de la vía Santa Rosa, Descanse hasta San Juan de Villalobos, en la media Bota Caucana, así como la pavimentación del anillo vial del Macizo.
Centrados en generar identidad y pertenencia, desde el hoy acosado militarmente espacio de paz y convivencia en nuestra amada Lerma, corregimiento de Bolívar, fuimos construyendo una visibilización que unía geografía con dinámica organizativa social, condensada en el Comité de Integración del Macizo Colombiano (CIMA). Somos entonces -y es lo que quiero comunicar desde esta columna- más que presencia de grupos armados. La ternura de Teodolinda y el contenido de la música de las agrupaciones “Los Fantasmas del Cerro” y “Los Alegres de mi Pueblo”, con Miguel Ortiz a la cabeza, así lo evidencian.
Escuchar el traquetear de los fusiles, ver los vídeos de sus calles solitarias, duele en el alma. Allí donde la zampoña, los tambores y la flauta traversa alimentaban el espíritu, hoy el aterrador sonido de las balas y el temor son lo que impera.
No me interesa hablar de los armados. Mi corazón dolido quiere hablar a través del profesor y líder Fredy Muñoz, de la gente buena que son los habitantes del corregimiento Llacuanas del municipio de Almaguer, de su cotidianidad que hoy se debate entre la búsqueda del sustento diario y el temor. ¿Somos acaso culpables como comunidad, de la presencia de actores perturbadores del orden público? ¿Quieren convertir nuestro digno y rebelde Macizo en otro Catatumbo por efecto de las peleas entre fuerza s irregulares?
De los frentes guerrilleros hablará y los condenará la historia, de sus acciones y la degradación de la guerra también. A mí me interesa que el país y la región sepan que las y los maciceños no somos cifras ni estadísticas; tenemos alma, sueños, proyectos de vida como territorio. Sueños y proyectos de vida que muchas veces sus balas apagan.
Walter Aldana
Foto tomada de: Periódico El Campesino
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