Una participación plural y diversa en unas negociaciones que tienen tan poco ambiente en la ciudadanía es un reto a superar y los obstáculos no son pocos en una sociedad polarizada frente a la variable negociaciones para la superación de este viejo conflicto armado y ad portas de un debate presidencial donde el tema de los acuerdos negociados van a estar al centro de la controversia política y no son pocas las razones para prever una disputa cerrada y con un resultado incierto, donde el Uribismo, abierto contradictor de la variable reformas y ampliación de la democracia esta jugado a fondo y puede torcer el rumbo de este proceso, haciéndolo más tortuoso y de menor alcance, lo cual no es nada conveniente para quienes queremos un orden de mayor democracia y equidad.
A las circunstancias políticas mencionadas arriba, que hacen del propósito de participación social y ciudadana una tarea descomunal, en medio de tanto escepticismo y fuerzas en contrario, se suman los terribles hechos de terrorismo en Bogotá, donde han perdido la vida tres personas y otras tantas han sufrido heridas graves, hechos que han merecido un amplio repudio ciudadano y cuyos autores están por identificar y judicializar adecuadamente –en medio de unas capturas que no sin razón causan fundadas preocupaciones de si Fiscalía y Policía tienen las pruebas para incriminarlos, tema en desarrollo- estos hechos de terrorismo que en el centro del poder político reciben mayor atención son un lastre enorme para la tarea de involucrar ciudadanía, fuertemente escéptica de unas negociaciones que no termina de asimilar y mucho menos de apoyar.
Y en medio de este contexto, donde la ciudadanía de manera ampliamente mayoritaria se mantiene alejada o abiertamente escéptica de este proceso de negociaciones y la prueba mayor fue el plebiscito del pasado mes de octubre donde la participación no llegó al 35% y el resultado adverso, así fuera por muy poco, evidencia la tremenda dificultad para un protagonismo de sociedad, en un cierre del conflicto armado, que se da, sin un pacto nacional, muy por el contrario, es un proceso polarizante, donde los intereses enfrentados, siguen en pugna y las perspectivas de concertación tienden a cero.
Si gobierno y ELN, quieren avanzar, deben encontrar un camino compartido para promover la participación social, lo cual sigue en los pendientes, en una tensión aún no superada en la mesa de Quito, donde el Gobierno Colombiano exige la suspensión del secuestro y el ELN, se afinca en la exigencia de detener la criminalidad contra los líderes sociales, esta tensión les sigue ocupando el trabajo de la mesa y esperamos que en esta segunda ronda ya finalizando –muy posiblemente con noticias a la publicación de este texto- traiga una perspectiva positiva de actuación.
Participación, siendo un derrotero loable, sigue en los pendientes, en un contexto donde debate presidencial, persistencia de la violencia y poco tiempo antes de entrar de lleno en el debate presidencial, son obstáculos enormes, que si no hay un ambiente de distensión y nuevos referentes, donde la variable cese bilateral de fuego y hostilidades es clave y afortunadamente, las dos partes ya están en sintonía de iniciar el intercambio para construir el diseño, que permita llegar a este nuevo escenario, sin duda importante y donde si puede ganar mejores condiciones el propósito de participación, con cese de fuego y hostilidades esto si es posible.
Las cartas están echadas y si no hay nuevas cartas en el juego de la negociación, difícilmente vamos a avanzar, de allí que un acuerdo sobre lo humanitario, incluyendo suspensión del secuestro y nuevas medidas para la protección de líderes, son puntos imprescindibles.
Participación rima con distensión, violencia aleja la participación, ese es el camino que deben seguir buscando Gobierno y ELN.
Luis Eduardo Celis: Asesor Redprodepaz.