El déficit comercial con China es enorme, y la tendencia observada entre 2012 y 2024 muestra que el panorama continúa siendo negativo para Colombia. En estos años el déficit se incrementó, pasando de US‑6,4 mil millones a US‑13,5 mm.
Esta evolución refleja un problema estructural de la economía colombiana. El país no es competitivo. Y la firma del acuerdo de la “Franja y la Ruta” no va a cambiar esta situación. En el corto plazo no habrá variaciones sustantivas en la balanza comercial con China. Pasar de un déficit tan alto, a un superávit comercial es una tarea compleja, que requiere tiempo. Y a pesar de todos los esfuerzos, quizás no sea posible.
La relación comercial de Colombia con China es complementaria, ya que el país exporta bienes primarios e importa productos industrializados. El Conpes de reindustrialización[1] muestra la necesidad de que la estructura de la balanza de pagos del país cambie, de tal manera que las exportaciones con alto valor agregado vayan reemplazando a las originadas en las economías extractivas y primarias. Este proceso toma tiempo. Y modificar el tipo de mercancías que se intercambian con China es una tarea compleja, que debería responder a una política estratégica de los gobiernos. Los pasos que se han dado en esta dirección han sido muy modestos. No se tiene una visión de mediano y largo plazo.
Colombia le exporta a China: aceites crudos de petróleo o de mineral bituminoso [40,88% del total de exportaciones a China], ferroníquel [15,83%], hullas térmicas [11,2%], desperdicios con cobre [6,26%]. En general, el 82,4% de las exportaciones corresponden a productos minero-energético, con un mínimo valor agregado.
Y, por el otro lado, el país importa de China bienes elaborados, industrializados y de alta tecnología: teléfonos inteligentes [9,57% del total de las importaciones a China], células fotovoltaicas [4,29%]. Para no hacer la lista exhaustiva, se destacan las máquinas, aparatos de telecomunicaciones, motocicletas, neumáticos, convertidores estáticos, productos laminados.
Estas dos estructuras comerciales son completamente diferentes. Para que Colombia modifique las exportaciones a China se requieren transformaciones sustantivas en la productividad y la competitividad.
En el IV Foro Ministerial que reunió a los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con China, Petro anunció que la firma del acuerdo con China “cambia la historia de nuestras relaciones exteriores”. Esta afirmación expresa un buen deseo. El listado de las mercancías que se intercambian entre los dos países muestra claramente que la situación no es de igualdad. Mientras que China ha logrado altos niveles de industrialización, Colombia sigue dependiendo de las exportaciones de materias primas y de bienes agrícolas sin mayor transformación. Y, peor aún, las exportaciones industriales siguen perdiendo peso relativo.
La “Franja y la Ruta” es la versión moderna – desde el 2013 – de la “Ruta de la Seda”. Hacen parte de la “Franja y la Ruta” 148 países. Entre ellos 21 son latinoamericanos. Sin duda, la firma de los acuerdos ayuda a ampliar las perspectivas comerciales de Colombia, pero en el futuro próximo no es posible que haya una transformación estructural de la dinámica exportadora.
Con razón, los gremios empresariales han dicho que los acercamientos con China pueden enfriar las relaciones con los Estados Unidos. No es posible saber qué pasará. Pero lo sucedido estos días permitiría sacar tres conclusiones: Primera, es conveniente firmar la vinculación del país a la “Franja y la Ruta”. Amplía las oportunidades del país en el mercado internacional. Segunda, este hecho no modificará la estructura de la balanza comercial con China. Colombia seguiría exportando bienes primarios. Es ingenuo pensar lo contrario. De todas maneras, en las próximas negociaciones con los inversionistas chinos se debería exigir que los minerales que se explotan en Colombia, se exporten con un mayor valor agregado. Tercero, como lo han hecho otros países, el acercamiento a China se puede realizar de manera progresiva, de tal forma que no generen reacciones fuertes de los Estados Unidos. Cuarto, la mirada a China debería ser un aliciente para que la reindustrialización del país avance más rápido. Los empresarios y el gobierno colombiano deberían aprender que los cambios estructurales en la producción únicamente se logran cuando se tienen proyectos estratégicos con una mirada de mediano y largo plazo.
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[1] DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACION, DNP., 2023. Política Nacional de Reindustrialización, Documento Conpes, no. 4129, DNP, Bogotá.
Jorge Iván González
Foto tomada de: Presidencia de la República
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