El presidente Trump se eligió entre otras cosas, con la promesa de recuperar en EEUU una supremacía blanca que implica la expulsión de los migrantes del mundo, a pocos días de inicio de su segundo gobierno habló de recuperar el canal de Panamá, hacerse a Groenlandia, al Golfo de México, y comenzó a deportar ciudadanos latinoamericanos del territorio de EEUU, en condiciones deleznables de vulneración de los derechos humanos, encadenados de manos o pies, como si no hubiera cesado la época de la esclavitud en el mundo.
Como hemos planteado, la promesa de deportar a los inmigrantes indocumentados es por lo menos irreal, implicaría un colapso para la economía de los EEUU. El Departamento de Seguridad de EEUU ha dicho que hay entre 10 y 12 millones de migrantes indocumentados. La afirmación de que los problemas económicos de una sociedad que tiene alrededor de 330 millones de ciudadanos, son causados por ese grupo de migrantes, no tiene ningún asidero. Los migrantes, por el contrario, son parte del soporte de algunas industrias de los EEUU como la agroindustria, la construcción, y los servicios como restaurantes, que inciden en el PIB y la economía de este país.
La deportación de esos migrantes de los EEUU implicaría un costo de 88 mil millones de dólares, esto es lo que se calculó por la Agencia Nacional de Inmigración, esto es casi el doble del presupuesto de salud del país del Norte. ¿Podrá cumplir Trump esta promesa de campaña, en contra del propio pueblo estadounidense?, teniendo en cuenta que este tipo de trabajos no serían aceptados por los nativos norteamericanos por los ingresos que se les paga a los inmigrantes, todo esto repercutiría en el aumento de la inflación.
En el paquete de promesas de Trump incluyó el aumento de aranceles a las importaciones, la disminución de impuestos a los ricos, las deportaciones de millones de ciudadanos y aumentar la producción de petróleo, lo que el premio nobel de economía Paul Krugman ha denominado “la economía vudú”. Es de anotar que el déficit fiscal y comercial de los EEUU es de 6,4% y 3%, mucho mejor que el que dejó el primer gobierno de Trump que fue de 15% del PIB y 5%, es decir, a los demócratas en cabeza de Biden les correspondió comenzar a corregir el desastre dejado por el propio Trump en su primer gobierno. La disminución de impuestos a los más ricos, sólo empeorará la situación porque esto se ha hecho y lo que ha pasado es que se aumenta el déficit fiscal, la deuda externa y se afecta la balanza comercial aumentando las importaciones y disminuyendo las exportaciones.
El problema de fondo es que la economía de los EEUU desde hace varias décadas ha venido desindustrializándose, en un contexto en que los distintos gobiernos, demócratas y republicanos, privilegiaron la financiarización de la economía globalista en menoscabo de la industria. Los EEUU perdieron su capacidad de generación de conocimiento, innovación e investigación de alto nivel científico. En cuanto el nivel técnico-científico los chinos en el 2021 eran propietarios de un millón cuatrocientos mil patentes, mientras que los EEUU lo era de 200 mil. Para ese mismo momento los chinos hegemonizaban 57 de 60 sectores de alta tecnología.
La guerra comercial de Trump lo llevó incluso a imponer aranceles a aliados estratégicos asiáticos como Japón, Corea del Sur y Taiwán, para ejercer una disuasión para que disminuyan su relación comercial con la China, a este último le impuso aranceles por 34%, como respuesta el país asiático impuso aranceles por el mismo porcentaje a EEUU, los estrepitosos anuncios de Trump llegaron al punto de decir que les subiría los aranceles a 125%. En respuesta los chinos expresaron que iban a limitar las exportaciones a EEUU de las tierras raras, China tiene el control del 80% de unas tierras de las que depende la producción de toda la industria electrónica, de esto depende desde el encendido de un automóvil hasta el armamento del ejército de los EEUU.
Estos estruendosos movimientos de Donald Trump, han llegado a preocupar a sus propios asesores que han señalado que debe guardar cordura. En los últimos días ha tenido que echarse para atrás y ha expresado que va a replantear la negociación con la China. Tal parece ser ese estilo amenazante, de anuncios megalómanos con apariencia de firmeza para amedrentar al mundo y subordinarlos a los intereses de su gobierno, no le está funcionando. El aumento exorbitante de aranceles sólo aumentará la animadversión del mundo hacia los EEUU y perjudicará su propia economía, sin un plan estratégico de mediano y largo plazo, que implique una sociedad del conocimiento será imposible la reindustrialización de EEUU. No parece haber un plan de este orden en el gobierno de Trump.
Todo este escenario ha generado una caída de su popularidad en EEUU, y un levantamiento de manifestaciones en todo el país. Se organizaron protestas, bajo la denominación “Manos fuera”, que se convocó en 1.200 puntos de concentración en los 50 estados del país. Las manifestaciones se dieron en ciudades como Boston, Chicago, Los Ángeles, Nueva York y Washington, entre otras.
Ahora bien, la elección de Donald Trump hace parte de un contexto de época que se caracteriza como una crisis de occidente, el tránsito de la unipolaridad a la multipolaridad, esto es, los EEUU hasta ahora han ejercido una dominación política, militar y financiera sobre diversos países del mundo. El crecimiento de las economías occidentales, se ha asociado al papel del protestantismo original, que es diferente al evangelismo contemporáneo. En este se instauró una doctrina disciplinada de educación, que era requerida para acceder a los textos sagrados sin intermediación de sacerdotes, esta situación generó un impulso importante en los países protestantes y el desarrollo de sus economías.
El declive de la ética protestante se relaciona con el debilitamiento de uno de los motores culturales del desarrollo y la economía occidental. Esta es la tesis de la obra de Emmanuel Tood, “La Derrota de Occidente”, en donde explica como el fin de una creencia religiosa marca el signo de una época, hemos llegado de un momento de “religión cero”, en donde ninguna creencia o proyecto político logra movilizar a la sociedad, entonces se instalan pulsiones nihilistas, un individuo desprovisto de valores que lo restrinjan, enfrentado al vértigo del vacío:
“Ante la complejidad de esta nueva condición humana, se observan fenómenos de conformismo social e intelectual, especialmente en las clases dirigentes, pero, sobre todo, veo como reacción más común una deificación del vacío y un peligroso rechazo de la realidad tal como una atracción por la violencia. Eso lo llamo nihilismo”
Desde esta nueva condición cultural, Tood explica el EEUU contemporáneo, todo esto más allá de ser una discusión de indignación moral, se traduce en hechos que describen la situación de la sociedad norteamericana, como la duplicación de la tasa de suicidios, el aumento de la mortalidad prevenible, por accidentes de tránsito, hechos violentos, enfermedades prevenibles y curables, con una caída en la esperanza de vida que es inferior a la de los chinos, y un aumento de la mortalidad infantil.
La degradación moral de una dirigencia que, capturada por la codicia de un puñado de lobistas, ha sido incapaz de reformar su sistema de salud para evitar que sus ciudadanos mueran cuando los avances de la ciencia podría curarlos. Esto sumado a una política exterior signada por la muerte, apoyo al genocidio de Palestina, generación de guerras en el mundo entero, sin que esto represente ninguna ganancia política o económica para los EEUU, es el nihilismo y la muerte como política.
La crisis de occidente se ve reflejada en los EEUU como hegemón, en donde se ha identificado que ha habido un declive de su nivel educativo, esto sumado a la pérdida de personas especializadas en ingenierías, matemáticas y áreas afines a las economías industriales. Los EEUU han optado por privilegiar en su economía las actividades financieras por encima de las industriales, la destrucción de las fuerzas productivas, y la exaltación de la codicia, que se ve reflejada en la imagen de los multimillonarios de las tecnologías de la información, Bezos, Musk y Zuckerberg, en la posesión de Donald Trump, que no sólo han optado por acumular cientos de miles de millones de dólares en sus arcas, sino incidir en la política para favorecer sus intereses, lo que implica asegurarse subsidios con el erario, evitar regulaciones sociales, políticas, ambientales para el desarrollo de tecnologías de inteligencia artificial. Lo que se busca es que todo esto lo puedan llevar a cabo sin ningún tipo de regulación en cuanto al empleo de agua y energía. Es la codicia desbordada. Esto es lo que Biden ha denominado a captura del país del Norte por una élite oligárquica.
La desindustrialización de los EEUU se refleja también en la derrota sufrida en Ucrania a manos de Rusia, lo que esto demuestra es la incapacidad de la industria de EEUU y la de sus aliados para confrontar con la OTAN los desarrollos militares y económicos rusos. Es decir, Trump es la expresión de esa crisis, pero también es la respuesta de la sociedad norteamericana frente la ausencia de alternativas de Estado y de sociedad por parte de las mayorías Demócratas que sucumbieron ante el wokismo, el globalismo, el apoyo a la guerra de Ucrania y el genocidio de Palestina. Trump significa para el mundo el retardo en la transición hacia la multipolaridad y hacia una concepción de otro tipo de orden mundial democrático y justo.
Los efectos sobre América Latina
Hemos vivido en recientes días encuentros alrededor del eje Moscú y Pekin en el marco de los 80 años de la victoria soviética sobre los Nazi, a este encuentro asistieron líderes latinoamericanos como Lula y Nicolas Maduro, esto sumado al reciente Foro de la China con CELAC, escenarios en los que se reafirmó la contraposición al unilateralismo y el compromiso con el multilateralismo y la cooperación internacional Sur-Sur.
Esto se presenta en el contexto del retroceso de EEUU que intentó intensificar su guerra comercial contra la China, todo parece indicar que la multipolaridad y el desarrollo de las economías asiáticas y del Sur, su presencia en la economía mundial es irreversible. La pregunta es, cual es el posicionamiento de América Latina en ese nuevo orden mundial, dado la importancia que aún tiene esta región para EEUU y que se expresó en el primer viaje del Secretario de Estado, Marco Rubio a los países de América Central y el Caribe.
Para América Latina es claro que el objetivo central de los EEUU es debilitar las relaciones de la región con China, para lo cual utilizará los mismos instrumentos de siempre, en los que ha ejercido presiones para apoyar la elección de gobiernos de extrema derecha en contra de las apuestas progresistas. En el caso de Panamá, la amenaza de EEUU de recuperar el canal fue suficientemente disuasivo para que anunciaran la ruptura de relaciones con China que pretendían lograr con el acuerdo de la ruta y la franja.
Centro América es el escenario de la región de mayor influencia de EEUU, el canciller costarricense ha mostrado alineación con la política de interés de EEUU, por su lado el presidente Arévalo de Guatemala mantiene una postura sumisa. Buscan disciplinar al Salvador en cabeza de Bukele que comparte la visión política con Trump, pero ha estrechado relaciones comerciales con la China. Es de anotar que EEUU ha endurecido las sanciones contra Cuba, Venezuela y Nicaragua para mantener un cordón allí.
En cuanto a Suramérica, Brasil ha estrechado lazos con la China contemplando la construcción de un corredor ferroviario entre Brasil y Perú con apoyo de empresas del país asiático, y aunque no ha oficializado su ingreso a la Franja y la Ruta, el país transita hacia ese camino.
En el caso colombiano ha habido un cambio de la política exterior, este era el principal aliado de EEUU en la región y socio global de la OTAN, pero en el marco de la medida anunciada oficialmente por la CELAC, Colombia ha ingresado al proyecto de la Franja y la Ruta. De otro lado, como una manera de Trump demostrar correspondencia con sus socios ideológicos en AL, decidió colocar un menor gravamen a su socio Milei en Argentina, que a cambio de mantener su lealtad con EEUU, retiró a su país del los BRICS, no ingresar a la Franja y la Ruta y no asistir al Foro China-CELAC, esto aún con el sacrificio de su pueblo y la producción de su empresariado nacional.
El presidente Noboa del Ecuador tiene condiciones similares a las de Bukele, unas élites nacionales interesadas en mantener relaciones lucrativas con China, pero también un alinderamiento con la política de Trump que surtió efecto en el reciente proceso electoral en el cual, ante denuncias de fraude del correísmo, los servicios diplomáticos y de inteligencia de EEUU apoyaron las medidas cuestionadas en las elecciones que reeligieron a Noboa.
El próximo año viene un proceso electoral de Bolivia, Chile, Honduras, Colombia y Brasil, en donde sin duda alguna Washington va a apostar a la derrota de las fuerzas progresistas. Los escenarios más plausibles serían Bolivia en donde existe una división entre las fuerzas del MAS de Arce y las de Evo Morales, y el caso chileno en donde la derecha ha tomado una importante ventaja en el relato político del país. En Colombia se juega una batalla aún incierta, el proyecto progresista busca abrirse paso para su continuidad en una coalición de centro izquierda denominada frente amplio. En Brasil, el presidente Lula buscará reelegirse en contra de una figura política incierta de Bolsonaro que está inhabilitado. Bolsonaro representa al trumpismo en Brasil, de hecho, el hijo de Bolsonaro permanece mucho tiempo en EEUU articulando estrategias.
Es claro que la estrategia del gobierno de EEUU en AL es buscar la ruptura de relaciones con la China y aupar el ascenso de gobiernos de extrema derecha contra el progresismo. Las fragilidades de esta estrategia se encuentran en que gobiernos aliados políticos de Trump como el del Salvador, Perú y Ecuador, no están convencidos de la conveniencia de iniciar una nueva guerra fría contra China. El país que ha asumido una postura más radical es Colombia que anunció su adhesión a la Franja y la Ruta.
En Conclusión, en medio de la resistencia de los EEUU por mantener su hegemonía, existe un mundo multipolar en ascenso, lo cual se fortalece con el foro China-CELAC y la cooperación Sur-Sur. El futuro de América Latina, en este tránsito dependerá de la capacidad de las fuerzas populares nacionales de AL de resistir la alianza entre las oligarquías latinoamericanas y Washington.
Colombia: La Ruta y la Franja
Ante este panorama, Colombia vive su propia transición hacia una sociedad justa y digna, eso pasa porque este momento sirva para diversificar las relaciones comerciales, culturales y económicas con otras latitudes del mundo, como lo dijo el presidente Petro. En la actualidad se exporta un 25% a los EEUU, esto debería reducirse a un 12 o 10%, para evitar la dependencia de un socio impredecible y autoritario. La participación en los BRICS y la apertura comercial hacia la Ruta y la Franja es un camino promisorio en esa apertura de Colombia al mundo. La insistencia en la integración latinoamericana que tiene mayores posibilidades políticas ahora, para actuar de manera estratégica con los intereses de la región y sus naciones en los distintos organismos multilaterales.
Es el derecho que le asiste a Colombia de ejercer una política soberana, de tú a tú, como lo ha expresado el presidente Gustavo Petro, en lo que se busca es que en las relaciones internacionales se protejan los intereses del pueblo colombiano y el interés nacional, como lo pretende hacer Trump y lo han hecho otros mandatarios en el mundo.
Frente a los críticos al presidente Petro por su decisión de adherir a la Franja y la Ruta, cuyo argumento es que esto debilitaría las relaciones con EEUU, la respuesta es que antes del anuncio estas relaciones ya estaban debilitadas, por el propio Trump que decidió de manera unilateral aumentar aranceles a las importaciones colombianas y de paso romper de manera unilateral los tratados de libre comercio con Colombia, lo que constituye una oportunidad para que Colombia replantee esta relación a fondo.
Lo cierto del caso, es que lo que planteábamos al principio de este escrito se ha venido presentando, Donald Trump abrió diversos frentes de batalla en el mundo y está enfrentando un aumento en la inflación de su país y el posible desabastecimiento de alimentos y bienes básicos en los EEUU.
Mientras eso ocurre en EEUU, Colombia abre la posibilidad de aumentar exportaciones hacia la China y acceder a productos más baratos y de mejor calidad, además de adelantar un proyecto de transferencia de conocimiento, tecnología y proyectos para dotar de infraestructura estratégica a nuestro país, tales como una red ferroviaria como uno de los elementos necesarios para la reindustrialización del país. Esto supone activar a nivel interno la política de reindustrialización que elaboraron el DNP, el Ministerio de Industria y Comercio en las líneas de transición energética, producción de medicamentos y vacunas, agroindustria, industria para la vida. El desarrollo de estas industrias que implica inversión y crédito público, permitirá un bienestar nacional, pero además llevar a cabo exportaciones con valor agregado.
La industrialización de Colombia requiere crédito accesible, infraestructura de transporte multimodal y una sociedad del conocimiento y la innovación, en estos términos es que creemos se debe re alinderar la nueva política internacional. Los chinos han avanzado de manera importante en su red ferroviaria, trenes de alta velocidad en su país, esta la requiere Colombia para la conectividad entre sus dos océanos desde Buenaventura a Barraquilla, y la conexión de su capital Bogotá con Santa Marta. Un transporte multimodal sostenible y descarbonizado es una de las apuestas estratégicas del programa del actual gobierno. Esto sumado a la transferencia de conocimiento para incentivar la industria de producción de medicamentos y vacunas. En ese camino es que debe ir el acuerdo de la Franja y la Ruta. Un encuentro entre dos civilizaciones, pero además, un plan de detalle para industrializar a Colombia.
Carolina Corcho Mejía, Exministra de salud, médica psiquiatra
Foto tomada de: El País
¿SE ha roto el tratado de libre comercio EEUU-Colombia? contesta IA Gemini:
“No, el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos no se ha roto, aunque ha enfrentado desafíos y críticas. Aunque el acuerdo sigue vigente, las exportaciones colombianas a Estados Unidos han estado por debajo de lo esperado y hay preocupaciones sobre su impacto en la economía colombiana.
Situación actual:
El TLC entre Colombia y Estados Unidos sigue vigente, pero ha sido objeto de críticas y preocupaciones sobre su impacto económico.
Algunos sectores, como el agropecuario, se han visto afectados por la competencia con productos importados de Estados Unidos.
A pesar de los desafíos, el TLC sigue siendo un acuerdo importante para las exportaciones colombianas hacia Estados Unidos, que es un mercado clave.
El gobierno de Colombia ha revisado la pertinencia del TLC y ha buscado reinterpretaciones de algunas de sus cláusulas.
Aspectos clave:
Impacto económico:
El TLC ha sido criticado por no haber logrado la diversificación productiva y el aumento de la competitividad de las exportaciones colombianas.
Desafíos arancelarios:
Algunos productos colombianos han sido objeto de aranceles, lo que ha afectado su competitividad en el mercado estadounidense.
Reinterpretación de cláusulas:
El gobierno colombiano ha buscado la reinterpretación de algunas cláusulas del TLC, como la relacionada con el Capítulo 10, para proteger las inversiones y la soberanía de los jueces colombianos.
Revisión del TLC:
El gobierno de Colombia ha estado revisando la pertinencia del TLC, buscando asegurar que se beneficie a la economía colombiana.
En resumen, el TLC entre Colombia y Estados Unidos sigue vigente, pero ha enfrentado desafíos y críticas sobre su impacto económico y la necesidad de reinterpretación de algunas de sus cláusulas. A pesar de estos desafíos, el TLC sigue siendo un acuerdo importante para las exportaciones colombianas hacia Estados Unidos. “
Muy interesante este análisis de la Dra. Carolina. El mundo multipolar está siendo aceptado por todos, se trata de superar el hegemonismo del occidente desarrollado porque ya no les sirve la fuerza para imponerse y tampoco son suicidas. No se trata de reemplazar hegemones sino de lograr una verdadera coexistencia pacífica mundial que permitirá el desarrollo sostenible del sur global pero sin destruir el occidente desarrollado que debe transitar hacia una economía real sin las burbujas que crearon con la dominación, por supuesto va a requerir un decrecimiento que deben pagar principalmente los parásitos financieros y demás rentistas. No hay mas opciones porque la humanidad hace casi un siglo adquirió la capacidad de auto-destruirse así que si no logramos la coexistencia en paz para construir una comunidad de futuro compartido los humanos vamos a extinguirnos como especie. Hasta los sionistas deben poder coexistir en paz con los musulmanes radicales, los ucranianos con los rusos y los africanos entre si una vez liberados del neo-colonialismo.