Varios analistas muestran que eso se expresó con la ausencia de ciudadanos en los centros de votación y la altísima abstención, como respuesta masiva a las amenazas, intimidaciones, represiones del régimen. Más que por ser abstencionista, la población no fue a votar para rechazar todo lo que hace el régimen imperante para perpetuarse así sea en forma dictatorial. Además, porque no se sienten representados por las alternativas de las oposiciones, la mayoría ni se presentó al proceso electoral.
La victoria electoral no la tuvo el régimen así se hubiera autoasignado más posiciones de poder y hubiera tratado de usar las elecciones para mostrar a nivel nacional e internacional, que Venezuela goza de una gran “normalidad”. Vale la pena que se genere un examen sobre la significación e impacto de esas elecciones del 25 de mayo en el liderazgo opositor, pues todo parece indicar que tampoco lograron con sus actuaciones, más legitimidad ni apoyo. Tampoco se sentían representados por las alternativas que ofrecían distintas corrientes de oposición. Y vale la pena, que se examine cómo presionar para que se abandonen las amenazas, coacciones, represiones, que impiden votar como expresión concreta de la voluntad ciudadana; y cómo incrementar la lucha por abrir los espacios de libertad y pluralismo a partir del rechazo al régimen imperante.
Pese a su importancia, las recientes elecciones venezolanas estuvieron marcadas por numerosas irregularidades. Por ejemplo, antes de la jornada electoral no se dio a conocer un cronograma electoral detallado, se pasó por alto la integración de las mesas de votación, tampoco se estableció cómo se adjudicarían los diputados o quiénes serían los observadores internacionales, ni fue claro qué fuerzas deberían tener testigos electorales. Sin fundamento legal alguno, fueron vetados algunos partidos y sus candidatos.
En medio de ese arbitrario proceso, el chavismo-madurismo ha padecido y sigue enfrentando fuertes tensiones internas y se ha visto obligado a emprender difíciles reacomodos. Diosdado Cabello, uno de sus representantes más fuertes y complicados, mostró en su programa de televisión toda una parafernalia de guerra, explosivos y armas, acusando de terroristas atribuyéndolas a diversas ONG defensoras de derechos humanos y de ayuda humanitaria como Provea, Foro Penal, Médicos Unidos de Venezuela, etc. Esas torpes acusaciones generaron un rechazo masivo por tratarse de sindicaciones sin sustento.
Y lo que sigue es muy preocupante incluso para el oficialismo, con el Estado destruido, con aumento de la conflictividad e inestabilidad social y política, sin financiamiento externo, el régimen chavista-madurista no solo no alcanza a satisfacer las apetencias de todos los partícipes de la llamada “revolución” bolivariana, y menos a hacerle frente a la destrucción del Estado. Por todo eso, incluso chavistas-maduristas se preguntan qué hacer pues resulta imposible respaldar a un perdedor repudiado por los venezolanos, aislado, sin recursos y sin futuro. Es que, luego de estas elecciones, no se puede desconocer que el chavismo-madurismo perdió aún más legitimidad, así como apoyos en Venezuela, en América Latina e internacionales. De hecho, luego de las elecciones, Maduro hasta pospuso la reforma constitucional que había anunciado.
Así, todo esto que está pasando en Venezuela debe ser asumido y procesado sin exagerar ni menospreciar su alcance y su impacto. La abstención electoral mostró un digno acto de afirmación de las mayorías venezolanas en contra del régimen, gesto que tiene y tendrá consecuencias. Los líderes de oposición se verán obligados a construir acercamientos, alianzas y acuerdos entre los diversos sectores opositores que les permitan actuar de manera conjunta y propositiva en favor de la reconstrucción de Venezuela con una amplia participación social, económica y política.
Socorro Ramírez
Foto tomada de: CELAG
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