• Desde el sur
  • Sur global
  • El sur posible
  • Archivo Revista Sur
  • Video
  • ESPECIAL SOBRE BOGOTÁ
  • SUR COOPERANDO

Corporación Latinoamericana Sur

  • INICIO
  • NOSOTROS
    • Quienes somos
    • Qué hacemos
    • Nuestro Equipo
  • TEMÁTICAS
    • Participación y cultura política
    • Paz, Desarrollo Social y Postconflicto
    • Jovenes
    • Victimas
    • Salud
    • Derechos humanos
    • Democracia y ciudadania
    • Ciudades Equitativas – Territorios Equitativos
  • Publicaciones
  • Contáctenos

El progresismo ¿La esperanza de Colombia? (II)

26 mayo, 2025 By Jaime Acosta Puertas Leave a Comment

PDF
Imprimir
Es una filosofía política reformista y pretende el progreso de la condición humana a través de la reforma social y la defensa de los derechos civiles y políticos. De ahí su enfoque en la justicia social, la igualdad, la participación ciudadana, la protección del medio ambiente y la ampliación de los derechos individuales. Tomado de Wikipedia.

Asimismo, el progresismo de Colombia, ubicándonos en 2025 y en los años siguientes, debe eliminar problemas causados por la desindustrialización y lograr una mayor intervención del Estado para impulsar un nuevo ciclo de industrialización sostenible como respuesta al negacionismo neoliberal contra cualquier política industrial ante la gran mentira que el mercado resuelve todo.

De igual manera, en coherencia con el discurso social y cambios a la economía, el progresismo también debe atender los procesos de urbanización, pensando ciudades sostenibles densificadas que privilegien el arte, la cultura, el conocimiento, la innovación, el espacio público y la movilidad sostenible. Además, debe enfrentar la corrupción política, que es la fatalidad de Colombia junto a la ilegalidad y el odio. Las guerras interminables de Colombia se gestan en el odio que se recicla a partir del conservadurismo, y de estudiarse a fondo probablemente se llegarían a conclusiones aterradoras.

La actitud de las vertientes conservadoras contra el progresismo, están cada vez más cargadas de furia impotente y demente, mientras la gente que se moviliza en calles y plazas por las reformas sociales lo hace de manera pacífica, creativa y multitudinaria.

En la práctica de cada país el progresismo puede adoptar formas y estrategias de centro izquierda, pero jamás acercarse a la derecha y al centro derecha, así acojan algo de las reformas sociales por conveniencia y no por convicción. Para un país como Colombia, al progresismo hay que entenderlo como una revolución pacífica, porque los cambios que se deben hacer son inmensos y profundos, y para que no caiga tan fácilmente en trampas y errores.

En este ambiente se mueve el proyecto progresista del Pacto Histórico, porque el propósito del Frente Amplio que se propuso al inicio del gobierno del presidente Petro, rápidamente quedó vuelto flecos por traiciones de los partidos conservador, liberal, verde y otros, atraídos por la ultraderecha para odiar al gobierno. Además, los grandes grupos económicos al final no hicieron acuerdos para transformar un neoliberalismo desahuciado en 2008, pero no en Colombia, porque creen que el neoliberalismo es el fin de la historia. El rezago de Colombia es económico, social, político e ideológico en la era de las tecnologías digitales, de la multipolaridad, de giros geopolíticos contundentes, y de cambios inevitables por el calentamiento global.

De esta manera, insistir que la opción del progresismo en el 2026 está en recomponer el Frente Amplio, es mala idea, porque se tendrían que hacer acuerdos con las maquinarias electorales de la política entendida como un negocio, lo cual es inaceptable por su compulsiva ambición de acumulación sustentada en una pobreza intelectual, ideológica y programática mentirosa y mezquina. La corrupción no es entendible en una sociedad que ha sufrido como pocas las consecuencias de tantas expresiones de violencia: la corrupción una de ellas.

Un nuevo Frente Amplio acabaría con el progresismo

El Frente Amplio que piensa resucitar Roy Barreras, dividiría al progresismo y lo conduciría a una derrota, porque si el Pacto va con unos y el Frente de Roy con otros, divide la fuerza del cambio y de pronto no se llega a segunda vuelta, y en caso de que uno de las dos corrientes avance, la unión vendría cargada de traidores y Colombia tendría otros cuatro años de difícil gobernabilidad que sería un escenario de disolución del Estado porque de la ultraderecha y de los disfrazados de verde, nada bueno se puede esperar.

Por el lado de la oposición el derrumbe moral, intelectual, ideológico y político, es total, y no existe posibilidad de reparación porque depende de un personaje en su eclipse total. Ninguna de las otras caras tiene posibilidades, porque a Vargas Lleras la gente no lo quiere, y los demás sobreviven porque el personaje desde los estrados judiciales les da respiración artificial.

Así las cosas, cualquier intento de llevar al progresismo a la centro-izquierda, se corre el riesgo de algo ya visto en América Latina: la traición. En Ecuador, Moreno traicionó a Correa; en Bolivia, Arce traicionó a Evo; en Brasil, Temer traicionó a Dilma; y en Colombia el progresismo ha sido traicionado por opositores en un comienzo agazapados en el Frente Amplio, que solo ha tramitado la reforma pensional que aún no tiene decisión final de la Corte Constitucional.

Colombia debe aprender del Partido Morena en México, que se consolidó como una fuerza de cambio, a la cual le robaron una elección, pero en la siguiente triunfó con López Obrador, reemplazado por Claudia Sheinbaum, una brillante, leal y carismática mujer.

El experimento del Frente Amplio, fracasó. El progresismo es ante todo un proyecto reformista, a pesar de lo cual no hay ambiente ni en el centro ni en la derecha para pensar y tramitar reformas sociales que pretenden modernizar un capitalismo neoliberal superficial, regresivo, dependiente, inequitativo y extractivista que navega en la ilegalidad, en la informalidad y en la corrupción.

El progresismo: cinco acciones al 2026 y más allá

Uno, construir el discurso progresista es una tarea de intelectuales, sobre todo de la filosofía, y también de las ciencias sociales incluida la economía de la innovación, y las ciencias naturales en torno a la sostenibilidad ambiental y la defensa de la biodiversidad. El problema radica en el tiempo, porque es una tarea para antes de las elecciones de 2026. Habría que hacer un trabajo preliminar de aquí a marzo, diría que un ensayo iluminador a pocas manos, y a partir de ahí trazar una línea de trabajo a más tiempo. Pero ese texto se requiere, porque no basta un buen plan de gobierno.

Colombia no puede ir a la saga de las olas de cambio, y de las olas de pensamiento que intentan entender y sobre todo superar un occidente que lleva 20 años en caída libre y un oriente en transformación de lo cual Colombia ni se enteró ni le interesó. Por eso, la oposición es un cerebro vaciado y dañado como quedó claro con el fraude a la consulta popular en el Senado de la república. Por lo mismo, el progresismo u otra idea política superior aún desconocida, debe crear su ola de innovación política e ideológica.

Dos, elaborar un programa de gobierno para el 2026 con visión de largo plazo, porque el corto plazo es efímero, la experiencia de pensar el país cada cuatro años, ha sido funesta, y la Constitución de 1991, remendada más de 60 veces, no inspira las bases de una visión para construir un nuevo Estado para una nueva sociedad nacional que entienda lo global. La Constitución de Colombia se desvanece por los profundos desarreglos institucionales producto de la crisis de los tres poderes y de los partidos que la gobernaron hasta el 2022.

Tres, atraer al Pacto Histórico a gente de distintas vertientes y alejadas de los partidos opositores, porque se trata de atraer a las y los ciudadanos, no a los partidos. El Frente Amplio atraería partidos intelectual y espiritualmente acabados. La lección de la Alianza Verde fue suficiente: agazapados detrás de la fuerza ganadora, ya en el poder, golpe por la espalda. Y los otros partidos, que son tantos, agota escribirlos y leerlos, porque su vigencia está dada por la corrupción, la equivocación, el atraso económico, y la insensibilidad social, como se ha visto en las Comisiones Cuarta y Séptima y en la presidencia del Senado.

Cuatro, como la corrupción fluye en el tejido político, habrá que buscar un mecanismo de protección porque si termina pareciéndose a los partidos que la población no quiere, el Pacto terminaría como la política tradicional. De esa manera, el progresismo sería efímero como ha ocurrido en otros países. Entonces, se trata de crear una fuerza para quedarse. Los casos de corrupción en su interior son la excepción, no la norma como ocurre con los del otro andén, pero hace daño y sirve de propaganda a los bodegueros opositores.

Cinco, el progresismo tiene algo que no tiene la oposición, dos mujeres extraordinarias para ganar la presidencia del 2026: Carolina Corcho y Susana Muhamad, y otras tantas y otros tantos que hoy son congresistas o líderes sociales que se abren camino, como Valentina Araujo, que emergen superando el miedo. Asimismo, debe el Pacto como partido único identificar quienes pueden estar al frente de la administración pública. La interminable pasarela de ministras y ministros, de viceministras y viceministros, de directores y directoras, debe terminar. Además, hacen falta profesionales progresistas para los cargos públicos, otra gigantesca tarea porque lo público también hay que sacudir, lavar y cambiar. Para terminar ¿no hay empresarios progresistas? ¿todos son neoliberales gaviristas y furiosos uribistas? ¿por qué no entienden la economía de la innovación y la importancia de las reformas sociales si con ellas tendrían una mejor sociedad y una economía más potente?

La movilización progresista debe ser indefinida hasta que no se aprueben las reformas sociales y hasta triunfar en las elecciones de marzo y mayo de 2026.

Jaime Acosta Puertas

Foto tomada de: El Heraldo

FacebookTweetLikeShareLinkedInEmail

Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

Deja un comentario Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sur Global

Sobre lo de Coimbr

26 mayo, 2025 By Guillem Martínez Leave a Comment

Ignorando los monopolios de patentes: la represalia del libre comercio contra Trump

26 mayo, 2025 By Dean Baker Leave a Comment

Economía y capitalismo “progresistas”

26 mayo, 2025 By Michael Roberts Leave a Comment

El Sur posible

Ideas verdes

3 abril, 2019 By Carolina Corcho 2 Comments

Suscribirse a la Revista Sur

VIDEO RECOMENDADO

Fue archivado el proyecto de Ley 010 de Reforma a la Salud

https://www.sur.org.co/wp-content/uploads/2021/05/VID-20210519-WA0024.mp4

Dra. Carolina Corcho Mejía, Presidenta Corporación Latinoamericana Sur, Vicepresidenta Federación Médica Colombiana

TEMÁTICAS

  • Participación y cultura política
  • Paz, Desarrollo Social y Postconflicto
  • Jovenes
  • Victimas
  • Salud
  • Derechos humanos
  • Democracia y ciudadania
  • Ciudades Equitativas – Territorios Equitativos
  • Publicaciones

Ultimos articulos

  • El régimen se resiste a los cambios
  • Una mirada estructural a la política de empleo
  • Hacia un mundo multipolar
  • Crecimiento agropecuario: de la mano campesina consolidando la recuperación económica
  • La reforma pensional y su coherencia con la Constitución Política y la jurisprudencia de la Corte

Etiquetas

Acuerdo Agro Amnistia Brasil Cambio Climatico Campo Catalunya Ciencia y Tecnología Conflicto Colombia Corrupción crisis capitalismo Democracia Derecho al agua Derechos Humanos Economía Ecuador Educación Elecciones Colombia ELN España Fast Track Iglesia Justicia Justicia de paz Medio ambiente Mineria Negociación Neoliberalismo Participación Paz PND Pobreza Politica Politica EEUU protesta social reforma Reforma tributaria religión Renegociación revolucion salud Terrorismo Trump Venezuela Victimas

Apoyo SUR

Buscar

Director: Pedro Santana

 

 

 

Copyright © 2025 Todos los derechos reservados - Corporación Latinoamericana Sur ·