Ahora mismo estamos en el inicio de la última fase del gobierno del presidente Petro y ello conlleva una serie de afugias, especialmente para un gobierno preocupado, de una parte, por cumplir algunas de sus promesas de campaña, de otra por dejar un legado para la historia y finalmente, por intentar garantizar un sucesor afín al proyecto político que lideró el actual gobierno. Con una legislatura en el Congreso atravesada por el inicio de los procesos electorales, lo que incide en la diligencia para el trámite de la agenda legislativa. Ya la agenda de escogencia de candidatos presidenciales de las distintas vertientes de la política empieza a tomarse la preocupación nacional, aunque todavía estamos ante una verdadera ‘avalancha’ de aspiraciones presidenciales, que habrá que esperar a que se decanten, por el momento encuestas van y encuestas vienen y esa será la dinámica de los próximos meses.
Todo ello, en el contexto internacional cambiante donde hay un proceso de reacomodo en el escenario internacional, con un Estados Unidos que no se deja desplazar fácilmente como la potencia global hegemónica, aunque ya no tenga el hegemonismo de la primera década de la post guerra fría, con un gobernante que busca imponer sus puntos de vista acudiendo a la ‘presión arancelaria’ a diestra y siniestra y con un incierto proceso de recambio de gobiernos en Latinoamérica -en Bolivia vaticinan analistas progresistas el triunfo de la derecha política en las elecciones de agosto próximo, en Chile un incierto panorama para las elecciones de octubre próximo, pese a la consulta unitaria de las fuerzas políticas progresistas en el gobierno-.
Lo anterior explica por qué los acontecimientos de las últimas semanas -que por momentos parecen haber sucedido hace meses-, donde se aprobó por el Congreso la reforma laboral propuesta por el gobierno Petro y la reforma pensional que sigue en controversia acerca de si efectivamente lo realizado por la Cámara de Representantes llenó los requisitos señalados por la Corte Constitucional cuando la devolvió para subsanarlos -siguen pendientes la reforma a la salud y la reforma para el sector agrario, aunque por vía legal y reglamentaria, se esté intentando desarrollar al máximo los cambios previstos-. Todo esto en medio de los escándalos suscitados por el excanciller del gobierno y sus intervenciones en medios de comunicación planteando según él la necesidad de la salida del presidente de su cargo -que ha ayudado a reforzar la idea que ha agitado el primer mandatorio de la existencia de conspiraciones para un ‘golpe blando’-. A esto se superpone los enredos en que se encuentra la política de la ‘paz total’ y los intentos del gobierno de tratar de mostrar algunos resultados suspendiendo las solicitudes de extradición del gobierno norteamericano, para mostrar algunos resultados de desmovilizaciones y desarmes. Pero igualmente, un gobierno con resultados positivos, por ahora, en diversas variables macroeconómicas -tasa de desempleo, inflación, etc.- aunque cuestionado en otras -la regla fiscal, el nivel de endeudamiento, etc.-
Aparece en ese contexto un nuevo rifirrafe con el gobierno del presidente Trump, que se manifiesta en el llamado a consultas por el gobierno norteamericano del encargado de negocios y embajador encargado de Estados Unidos, donde se supone están latentes de una parte, acusaciones sin pruebas evidentes, a funcionarios norteamericanos de intervenir en política colombiana y de otra, una eventual decisión de ‘descertificación’ al gobierno colombiano por sus resultados en la lucha contra el narcotráfico, en lo cual evidentemente hay unas lecturas que no se encuentran, de una parte el actual gobierno colombiano ha enfatizado la lucha contra la interdicción en los transportes y laboratorios de producción de cocaína, pero no ha priorizado la erradicación de los cultivos de coca, cuando la mirada norteamericana pone el acento en la cantidad de hectáreas sembradas de coca -hoy día de las más altas históricamente-.
Lo cierto es que no es claro el desarrollo de esta crisis, en medio de la cual se produjo la renuncia de la Canciller y el encargo de la vicecanciller que es una funcionaria sin mucha experiencia en el tema. Pero adicionalmente el gobierno Trump amenaza con sancionar, vía aranceles, a las economías que se coloquen en contra de los intereses norteamericanos, enfatizando a aquellas que se sumen a las iniciativas económicas de los BRICs. El presidente Petro, al parecer, le ha propuesto al presidente Trump una reunión entre él y la CELAC -de la cual por el momento ejerce la presidencia transitoria el presidente Petro- para dialogar de igual a igual, sobre las políticas del gobierno Trump, iniciativa poco probable que se llegue a materializar.
Todo indica que este último año del ‘gobierno del cambio’ avizora ser muy agitado en la política interna, pero también internacional y el desarrollo de los acontecimientos político-electorales en la región y a nivel global conllevaran desarrollos diversos.
Alejo Vargas Velásquez, Doctor en Ciencia Política – Investigador Emérito de Min Ciencias, Fundador del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, Analista Político y en Paz, Seguridad y Defensa.
Foto tomada de: Red + Noticias
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