El espectáculo promovido por los grandes medios que cumplen con desinformar para destruir al progresismo, es deprimente, más bien repugnante, porque nada dice cada iluminada o iluminado de la oposición que toma el micrófono para aspirar a ser presidente de Colombia. No hay esperanza ni lucidez en los candidatos que van de Abelardo a Fajardo. El espectáculo del Centro Anti-Democrático, porque la supuesta “democracia” que practica es la mentira, la ilegalidad, el fraude, la superficialidad y el “balín”. Igual Cambio Radical, que no representa ningún “cambio” y su discurso solo es “radical” en corrupción, fanatismo ideológico, coscorrones, y compite al mismo tiempo que comparte mesa con el uribismo. Lo demás se acabó, porque el Partido de la U en manos de la gobernadora del Valle, el partido Neo-Liberal de Gaviria y familia, y el partido conservador, ofrecen votos por puestos y contratos, son igual de decadentes a los partidos de Uribe y de Vargas Lleras.
La oposición no tiene ni ideología ni programas, pero si tiene plata y mucha plata porque combinan recursos legales con ilegales en cantidades infinitas. Ahí radica su poder para las elecciones de 2026: los miles de millones para comprar votos, incluidos los miles de millones que les enviarán de Miami y de la Casa Blanca. A más se adelgazan la ideología, las ideas y la propuesta programática, más plata tienen que pedir para comprar la conciencia de los pobres.
Lamentable que el poder económico haya cerrado filas en torno a la decadencia política, que es también su obra y su castigo, porque los políticos de la oposición han aprendido a acumular y sobre acumular con los recursos públicos cuyos retornos terminan en inversiones que les suben el patrimonio como si fueran pirámides ilegales. Es imposible que la productividad pueda crecer si detrás de los grandes negocios, de las grandes empresas, no hay espíritu de innovación, de transformación y de inversión en innovaciones disruptivas. Por eso no hay responsabilidad en pagar impuestos para la inversión social del gobierno progresista. Hay una huelga tributaria declarada: los ingresos tributarios caen, sin embargo, la economía crece. Se llama tributación y evasión por ideología torcida y retorcida. Si el gobierno es de ultraderecha, pagan impuestos para comprar balas, capturar recursos públicos y pavimentar carreteras a sus haciendas con los recursos de todos. Si el gobierno es progresista, el poder no tributa porque la justicia social no lo conmueve. La furia que sienten y expresan en estos días se debe a que de la noche a la mañana dejaron de manejar como les da la gana el presupuesto de la nación. Esa es su furia, no son las ideas progresistas, es la demencia por seguir raptando el recurso público. Por eso es una tributación perversa, regresiva y siempre escasa.
La centro derecha también es lamentable y fastidiosa. Carecen de ideología, aunque Claudia López se ha definido como social demócrata, porque se dio cuenta que se van agotando los espacios en la derecha y en el centro, considerando que Fajardo es el que más le gusta al poder. Entonces, la Claudia “social demócrata” puede tener un espacio en el Frente Amplio, mientras Fajardo el “pragmático”, trata de no comprometerse con la oposición para ejercer con mayor “libertad e independencia” su proselitismo. Los demás candidatos de la oposición, apilados todos, no hacen uno.
En síntesis, los partidos de la oposición al progresismo son laberintos electorales sin ideología ni propuesta, porque en la medida que la ideología se les fue agotando, se agotaron las ideas, y agotadas las ideas se agotó la inspiración para diseñar programas de gobierno.
Los partidos con clara ideología y programa se acabaron cuando se acabó el Frente Nacional por allá 1978: hace medio siglo. Pero no fue un cambio abrupto. Luego de la negociación en 1958 para poner fin a la violencia entre liberales y conservadores, donde se acordó un perdón total y un olvido total, por eso la violencia no se fue, languidecieron las ideologías detrás de las ideas políticas. Se terminaron los 20 años del Frente Nacional, y Colombia entró en un dañino letargo político e ideológico, donde la mano negra que trajo tanta muerte, se tomó la política, el Estado, la economía, y la vida vestida de luto. Los políticos que podían darle una nueva luz a Colombia, fueron asesinados, y ya asesinados, traicionaron su legado. Qué tenían que ver las ideas del liberalismo social y transparente de Galán y de Lara Bonilla, con la violencia de Turbay, de Barco y con el neoliberalismo sin alma, sin dignidad, sin Estado soberano, de Gaviria y de los neoliberales hasta el espantoso gobierno de Duque, pasando por los ocho años de barbarie en Colombia a cambio de sumisión de Uribe al imperio. Se acabaron las ideologías que, en sus diferencias, equivocaciones y fatalidades, iluminaban la política.
Las ideas liberales y conservadoras desaparecieron, los programas liberales y conservadores, también. Las propuestas de gobierno se esfumaron porque eran más mentira que verdad, más promesas que realidad, más maldad que humanidad, más corrupción que transparencia, más entrega de soberanía que dignidad nacional, más rezago que progreso. Las ideas fuertes para desarrollar a Colombia, fueron efímeras, temporales y escasas. Las ideas para mantener y aumentar las desigualdades, el atraso, la corrupción, la dependencia, la ilegalidad, y la superficialidad en los contenidos, se tomaron los espacios del poder, de formación y de des-información.
La oposición no tiene como ganarle al progresismo si no es con corrupción, asalto de los organismos electorales, bloqueo institucional a través de las Cortes, del Congreso de la República, del Banco de la República, de la Registraduría, y de los Gremios; y de sostener y agitar la violencia, porque la Paz Total no es conveniente, pues se volvió inconveniente pensar en desarrollo, innovación, ciencia, arte, cultura, en defender la biodiversidad y la equidad, y soñar con la imposible paz que liberales y conservadores, neofascistas, neoliberales e ilegales le han negado a Colombia.
P.D.: próximo artículo: El Pacto Histórico y el Frente Amplio (II)
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: La Silla Vacía

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