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Armar la coalición para la paz

1 agosto, 2017 By Hector Alonso Moreno

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Uno de los aspectos que no tuvieron una revisión exhaustiva por parte de la Constituyente de 1991 fue lo referente a la democracia representativa. Los partidos políticos solo fueron reconocidos como norma constitucional pero su proceso de dinámica política electoral, su democracia interna y su modernización no fue abordado en la perspectiva de la nueva Colombia que proclamo la Constitución Nacional por lo menos en los primeros 10 años.

 

Fue con la reforma política del 2003, cuando se constituyeron y recompusieron nuevas organizaciones políticas, no como terceras fuerzas políticas autónomas, sino, como se hizo antes del 2002, como una fragmentación de los partidos del tronco paritario bipartidista liberal-conservador. Lo anterior debido a los diferentes intereses personalistas (uribismo) y de grupos, que al final permitieron trasmutar del histórico bipartidismo a un sistema multipartidista a partir de fracciones y disidencias. El nivel de fragmentación se explica por la débil cohesión interna, el alto personalismo de la actividad política y las aspiraciones de muchos de los nuevos liderazgos de alcanzar un mejor posicionamiento, factores que generaron un reordenamiento partidista que no obedeció a proximidades ideológicas o programáticas, sino a negociaciones entre sus líderes y a un sentido práctico de sobrevivencia y competencia como una forma de partidos de armadura.

Hoy día los partidos políticos son una colcha de retazos tan vario pinta que expresa todo menos una coherencia programática y doctrinaria. Los partidos dejaron de interpretar los intereses de las mayorías cuando hicieron de la política un negocio y no un servicio al ciudadano; lo que ha conllevado a que hoy, tres de cada cuatro colombianos no voten por los partidos, y se incremente los llamados partidos de armadura y los movimientos políticos de grupos significativos de ciudadanos.

 

En la descripción de la tipología de los partidos políticos, el politólogo norteamericano Karl W. Deutsch (1993), en su libro Política y Gobierno, describe dos tipos de partidos: los de membresía y los de armadura. Los partidos nacidos de la fragmentación política y del liderazgo uribista pos Constitución de 1991 se asemejaron más a un tipo de partido de armadura. Este tipo de partidos son aquellos que se constituyen o conforman solo para participar en la coyuntura de un proceso electoral. Dice el politólogo que “un partido de armadura solo conserva una pequeña membresía y un pequeño equipo de colaboradores entre elecciones, pero cuando se aproxima una campana electoral reclutan un personal mucho mayor, voluntarios y a sueldo, para realizar una gran campaña y atraer a sus votantes potenciales que han oído poco del partido durante el período entre elecciones. Tales partidos dependen en medida mucho mayor de carteles, prensa, radio, televisión y otras formas de publicidad de masas”.  Deutsch, agrega que este tipo de partidos suele nominar como candidatos a personas “que puedan ganar rápidamente la atención, respeto y confianza de los votantes. Por esta razón, con frecuencia buscan candidatos que sean atrayentes a la vez que brillantes, o que ya sean bien conocidos. Dado que la impresión que tengan los votantes de sus candidatos es tan importante para el triunfo de un partido de armadura, este subraya a menudo la imagen de su candidato, a veces olvidándose de sus ideas”.

 

Para el caso colombiano hay que reafirmar que estos candidatos de esos nuevos partidos de armadura se caracterizan, además, por estar extraordinariamente financiados con recursos legales e ilegales y con un gran soporte clientelar y de maquinaria política. El final de algunos de estos partidos y movimientos políticos de armadura en Colombia ha sido regresar de nuevo bajo las toldas del tronco paritario bipartidista de donde surgieron, o ingresar a nuevas colectividades a partir de la política del transfuguismo que hoy día pretende convertirse en ley de los partidos en Colombia,

 

No hay que olvidar que, como organizaciones emergentes, los nuevos partidos (armadura) fueron el producto de iniciativas de congresistas o de acciones asociativas de varios senadores o representantes a la cámara, Fue así como surgieron de los reagrupamientos y de la matriz liberal, entre otros, el Partido Cambio Radical, Movimiento Apertura Liberal, Partido Colombia Democrática y el Partido Social de Unidad Nacional (conocido como Partido de la U). Por su parte, de la matriz conservadora surgieron movimientos como: el Movimiento de Avanzada Social, Movimiento Alas Equipo Colombia, Movimiento Nacional, el Conservatismo Independiente y el Movimiento de Integración Regional.

 

La mayoría de estas nuevas agrupaciones de armadura fueron infiltradas por candidatos financiados o patrocinados por el paramilitarismo y la mafia en las elecciones del 2006 y 2010, lo que conllevó a desatar el gran escándalo que tuvo como consecuencia la detención de más de 70 parlamentarios acusados de recibir favores financieros y electorales de los grupos paramilitares, y que, en parte, genero los más altos índices de impopularidad y de descrédito del Congreso Nacional.

 

Hoy día, el carácter de la época signado por un proceso de paz que genero una gran crisis en las elites oligárquicas, económicas y políticas del país, permitirá abrir la actividad política electoral a nuevas formas de partidos de armadura bajo la egida de grandes liderazgos nacionales; esto es, de la construcción de importantes coaliciones en cuyo centro estará el debate de la paz y la lucha contra la corrupción.

 

Hasta el momento se han definido dos grandes coaliciones de armadura: la gran coalición que orienta el senador Uribe Vélez que inscribirá su candidato bajo una sigla de coyuntura que aglutine partidos, movimientos y sectores sociales y religiosos que coincidan con la revisión y en algunos casos el desconocimiento de los acuerdos de La Habana;  y por su parte,  el Gobierno nacional hará la suyo en la defensa de la pactado  y por la implementación del posconflicto a través de la misma estrategia organizativa: armar una gran coalición nacional por la paz.  Esperemos que la izquierda y otros sectores democráticos para la segunda vuelta presidencial valoren la importancia de apoyar la gran coalición de armadura en defensa de los acuerdos de La Habana y la consolidación de la paz en Colombia.

 

HÉCTOR ALONSO MORENO: Profesor Asociado, Universidad del Valle.

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