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La falacia de la ayuda oficial al desarrollo.

30 marzo, 2017 By Candido Grzybowski

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La pobreza en el mundo y su erradicación hace parte de la agenda y del discurso de los gobiernos y organismos multilaterales. Los famosos Banco Mundial y FMI tienen tal discurso. La ONU – que a pesar de su nombre, no pasa de ser un organismo de gobiernos unidos – ha conseguido reafirmar tal compromiso en prácticamente todas sus grandes conferencias y en las asambleas anuales. La OCDE, la Unión Europea, el G-7 y el G-20, así como los BRICS, todos parecen concordar en sus discursos sobre la necesidad de hacer de todo para acabar con la pobreza en el mundo. Se montó un sistema de ayuda internacional con el compromiso de que los países desarrollados contribuyeran con 0,7% de su PIB, como mínimo, para tal fin. A pesar de ser bajo, este nivel de contribución fue alcanzado por pocos países y hoy, después de décadas de hegemonía de la globalización neoliberal, está en franca reducción. Así mismo, en los días actuales, los datos apuntan para algo alrededor de los 125 billones de dólares anuales destinados a la ayuda internacional. Parece hasta significativo tal volumen de recursos, pero no son más que migajas caídas de la mesa de los países más ricos, que encubren el modo como funcionan los flujos financieros mundiales de explotación y dominación del capitalismo.

Recibí la semana pasada de mi amiga de la India, Priti Darooka, feminista y activista de derechos humanos, algunos artículos que dan claridad sobre el tema. Datos publicados recientemente, estudiados en asociación por la Global Financial Integrity (GFI), de los Estados Unidos de América, y el Centre for Applied Research de la Escuela de Economía de Noruega, tratan de relacionar la ayuda al desarrollo al conjunto de flujos comerciales y financieros de la economía mundial. Así, la ayuda es puesta junto con inversión extranjera y flujo comercial, con las transferencias no financieras con las anulaciones de la deuda, con las transferencias no recíprocas como las remesas de trabajadores, y todavía con el movimiento del capital por el mundo no registrado. Se trata del estudio más extenso de flujos financieros hecho hasta hoy en ese casino global que se convirtió el mundo bajo el dominio de las grandes corporaciones económicas y financieras. Veamos algunos de estos datos a partir de los artículos que recibí.

Con base en 2012, último año de los datos totales registrados, mirando hacia los países en desarrollo, ocurrió una entrada líquida total del exterior de 1.3 trillones de dólares. Sin embargo, como nos recuerda Jason Hickel, en el mismo año, de los mismos países, fueron para fuera 3.3 trillones de dólares. Hickel muestra que todavía desde 1980, el monto líquido de los mismos países en desarrollo hacia los países ricos fue de 16.3 trillones de dólares, lo equivalente al PIB total americano de un año. Es de quedar con la boca abierta, ¿no es así? Es en este cuadro de relaciones económicas y financieras que la ayuda al desarrollo – la tal cooperación internacional – necesitar ser ubicada.

La tarea tiene su complejidad, pues se hace de todo para ocultar los verdaderos flujos mundiales del dinero. Del total desde 1980, 4.2 trillones de dólares fueron intereses pagados por los países en desarrollo para bancos de Nueva York y Londres. Se trata de transferencias directas en nombre de la tal deuda externa. Otra parte es de remesas de lucros de inversiones hechas en países, como nosotros muy bien sabemos mirando a las multinacionales que operan aquí en Brasil. Pero, como registra Maya Forstater – otro pequeño artículo que recibí -, la mayor parte de las remesas al exterior, algo más de 13.4 trillones de dólares, es de capital no registrado, en general ilícito, de los países en desarrollo. Maya recuerda que la mayor parte de esto se hace a través del sistema internacional de comercio. Las grandes corporaciones, extranjeras o también nacionales, que dominan el sistema de comercio “… informan precios falsos en las notas de ventas con el fin de extraer dinero de los países en desarrollo directamente para paraísos fiscales y jurisdicciones secretas” (en traducción libre). Tal práctica – conocida como trade misinvoicing – es una forma de evadir tasas, lavar dinero y escapar de controles de capital, responsable por una remesa de 700 billones de dólares al exterior, cinco veces la ayuda internacional, según los datos en que se basa Maya Forstater.

Estamos ante un sistema de dominación y extracción de riquezas que hoy controla todo el mundo. Peor, es un verdadero saqueo en escala global. Los flujos de capital son una tela que drena las riquezas producidas para pocas manos, de modo aproximado, el tal 1% de la población mundial. La ayuda al desarrollo es como una especie de limosna o discurso moral de que existe la preocupación con la vergonzosa hambre y pobreza en que vive la mayoría de la humanidad en este planeta común a todas y todos nosotros. Lo peor es que en la escalada de barbarie en que vivimos se propaga una visión que niega valores y principios básicos de convivencia, compartimiento y solidaridad entre pueblos, como explícitamente revelan los discursos y los apoyos que reciben los movimientos reaccionarios y conservadores por el mundo, xenofóbicos y racistas, fundamentalistas y machistas.

Los datos revelados muestran tanto la falacia de la ayuda internacional al desarrollo, como el propio mito del desarrollo. Celso Furtado ya nos recordó esto aun en los años 80 del siglo pasado, pero en nuestro pensamiento económico es más pobre que la contabilidad de un panadero, que suma uno más uno para garantizar su propia supervivencia en una sociedad que lo transforma en emprendedor capitalista, cuando él apenas lucha para vivir decentemente. Tenemos un modo de pensar dominante que es colonialista, de servilismo, y de aceptación de la inevitabilidad de lo que está ahí. Tenemos dificultad en ver y cuestionar, buscando alternativas.

En un cuadro así, de dependencia y exploraciones de un sistema mundial hecho para acumular riquezas en pocas manos, es que importa evaluar la propuesta del gobierno golpista Temer de abrirse más y más al capital internacional y facilitar sus negocios por aquí. Será que en el gobierno no hay gente que sabe mirar para los datos de flujos de capitales en el sistema mundial y de ahí extraer algunos indicios sobre el desastre que están proponiéndonos de someter todo al capital, nacional o internacional, no importa? La opción por la dependencia sumisa a las grandes corporaciones económicas y financieras que dominan el mundo, pensando que no existe otra salida para nuestra economía y proyecto de sociedad brasileña, solo será viable profundizando el fascismo. El mundo del capitalismo no funciona para el bienestar de la humanidad, pero solamente para su propia acumulación sin límites. ¿Hasta cuándo? Y nosotros, la ciudadanía brasileña, ¿cuánto tiempo vamos a aguantar tal falacia?

Cândido Grzybowski: Sociólogo, director del Ibase

Traducido del Portugués por Andrés Santana Bonilla.

 

 

 

Referencias Bibliográficas:

FORSTATER, Maya. It’s not aid in reverse, illicit financial flows are more complicated than that disponible en: https://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2017/jan/18/its-not-aid-in-reverse-illicit-financial-flows-are-more-complicated-than-that

HICKEL, Jason. Aid in reverse: how poor countries develop rich countries disponible en: https://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2017/jan/14/aid-in-reverse-how-poor-countries-develop-rich-countries

 

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