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Socialismo y socialismos

13 junio, 2022 By Ricardo Chica 1 Comment

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Ahora que ideólogos de la ultraderecha (E Gómez) acusan a Petro de conducir al país a una dictadura socialista, los economistas de derecha se unen a la crítica insistiendo en que el socialismo no funciona económicamente; pero el caso de la socialdemocracia europea (particularmente la de los países luteranos del norte de Europa) falsea esa generalización. Aunque dichos economistas consideran que esas economías no pueden ser consideradas como socialistas (algo en lo cual coincidirán seguramente con economistas comunistas para quienes socialdemócrata es un insulto) por haber propiedad privada de los medios de producción.

La complejidad conceptual e histórica de la noción de socialismo no es susceptible a ser reducida a definiciones de manual escolar como propiedad pública o privada de los medios de producción, en primer lugar, porque esos son tipos ideales extremos y se da una variedad en la mezcla de estos dos componentes que destruye esta dicotomía simplista. Una ilustración de esa complejidad histórica (y consiguientemente conceptual) es dada por el magnífico libro de D Sassoon  One Hundred Years of Socialism,  1000 páginas analizando solamente las formas de socialismo en Europa. Su lectura permite apreciar como la tradición socialdemócrata alemana que se extendió a Escandinavia ha estado siempre dentro de las tendencias que incluso determinaron el surgimiento de la internacional socialista (aunque enfrentándose con la comunista de R Luxemburgo quien fue vilmente asesinada). Como también la existencia de otras tradiciones socialistas en otros países europeos (Francia, Italia, España) que se tradujeron en la subsistencia y éxito político de partidos que se enfrentaron a los partidos comunistas (stalinistas) tanto como a los partidos de derecha.

En cuanto a la complejidad conceptual se trata de una noción multidimensional, lo cual se refleja en que, así como hay varias formas de capitalismo, hay varias formas de socialismo y en el vector entre las primeras y las segundas no hay una ruptura dicotómica radical sino diferencias de grado, salvo en los extremos entre los cuales la diferencia es ya cualitativa absoluta. Se consideran tres dimensiones[1]: propiedad de los medios de producción; grado de intervención estatal; y nivel de equidad e inclusión.

1) Propiedad de los medios de producción: la cual puede estar repartida entre privada, instituciones cooperativas, estatal en muy diversas proporciones. Extremos absolutos, todos los medios vs ninguno en cada categoría, son tipos ideales sin contrapartida real pues se dan son mezclas, en el caso de la tradición socialdemócrata en discusión la propiedad pública de sectores estratégicos en la industria y en los servicios, de mayores externalidades dinámicas pero mayor complejidad tecnológica y riesgo en la inversión economías de escala y magnitud de costos hundidos en capital fijo (elemento que se extendió casi por todo el mundo por estas razones económicas, incluso en la fase substitutiva en LA), se combinó con propiedad privada en otros sectores. Se trata de un continuo entre casos como Pol Pot donde no se posee ni el tenedor y los extremos neoliberales idealizados en   el Chile de Pinochet o la Inglaterra de Thatcher donde todo, inclusive la salud y la educación, deviene mercancía a ser transadas en el mercado siendo este elevado a demiurgo que da solución a todos los problemas sociales

2) Grado de intervención estatal o el continuo entre los extremos Estado mercado, más adecuadamente instituciones, que pueden ser cooperativas como estales, y mercado. Lo cual se deriva de la posición sobre cuál, entre las fallas las del mercado y las del Estado, son más graves y que tanto se puede logar la compensación de estas por mecanismos institucionales; siendo que la creencia neoliberal de que el mercado es mecanismo de coordinación no solo económica sino también social suficiente es desmentida por el hecho histórico y factual de que este funciona solamente dentro de un marco institucional que hace posible ese funcionamiento.  Es principio básico de la tradición socialdemócrata discutida que los mercados son muy buenos como siervos, pero son pésimos amos; en otras palabras, que ellos deben estar sometidos a control democrático y que su funcionamiento totalmente libre conduce a ineficiencias dinámicas y severas formas de inequidad y exclusión. Los mercados son crucialmente necesarios para el funcionamiento de una economía, pero exaltarlos como solución a todos los problemas sociales, dadas las muy estudiadas fallas de que padecen, poniendo a la sociedad al servicio de los intereses de quienes tienen en ellos posiciones dominante, es además de ingenuo (si no deshonesto), totalmente antidemocrático.

Que el mercado es crucialmente necesario es ilustrado por el fracaso económico de todos los experimentos comunistas, el cual no es un hecho circunstancial sino una necesidad económica: un sistema en el cual el incentivo de mercado y la competencia son suprimidos carece de una estructura de incentivos que lo viabilice económicamente. Una economía comunista no puede funcionar, menos crear crecimiento e innovación por prescindir de ese mecanismo de asignación de recursos y de presión competitiva.

Por otra parte, la oposición es entre mercados e instituciones, no la multitud de ellas que permiten su funcionamiento, sino las que lo complementan compensando sus fallas. En esto radica la diferencia fundamental entre la socialdemocracia, junto con otras formas de capitalismo como el japonés, frente a los prototipos neoliberales anglosajones. Los ejemplos abundan de como en los primeros se desarrolló una institucionalidad cooperativa que no solo compensó las fallas de los mercados, sino que impulso el crecimiento inclusivo.

3) Inclusión vs exclusión es otra dimensión que bien caracteriza al socialismo democrático tanto en términos de sus enunciados como de sus resultados. Aunque la dimensión política  no es univoca entre las duplas socialismo/capitalismo-autoritario/democrático (lo que desmiente el mito neoliberal del nexo entre economía de libre mercado y democracia), si resulta claro que el socialismo se caracteriza por niveles de inclusión y de equidad mucho más altos; a la vez que economías neoliberales en las que los economistas que piensan en términos de la dicotomía neoclásica entre crecimiento y equidad, o peor aún en términos de lo nocivo de la segunda para el primero, definen la política, se caracterizan por niveles extremos de inequidad y exclusión.

Equidad e inclusión (superación de la pobreza) son resultado básicamente de un enorme gasto social, particularmente en salud y educación, en las economías socialdemócratas. Esa inversión en capital humano hace parte de mecanismos inclusivos complementarios y no substitutivos del crecimiento, junto con mecanismos de política de desarrollo productivo en las áreas financiera tecnológica y de networking productivo que integran al proceso mismo de crecimiento y no se limitan a compensar por la exclusión previa. Pero en esta última dirección es diciente el uso de la política de impuestos/gastos para mejorar la distribución del ingreso mediante una estructura impositiva asertivamente progresiva de altos impuestos y dicho gasto social[2]. Ilustración de lo cual son el contraste entre el desastre de los indicadores de inclusión y de bienestar social en Estados Unidos y en Inglaterra frente a los mundialmente superiores de Escandinavia y Alemania.

Hay pues varias formas de socialismo cuyas distinciones no se reducen a la dicotomía escolar socialista-capitalista simplistamente interpretada, pues en ambas categorías surgen distinciones: en el primer caso, incluso entre los socialismos democráticos de Europa Luterana del norte y los de Europa Mediterránea que se enfrentaron a los partidos comunistas stalinistas. Y en el segundo entre estos stalinistas como Albania y el maoísmo de Polpot y revisionistas como Yugoslavia. Como hay formas de capitalismo por oposición a los neoliberales de EU y GB donde la comoditizacion, la exclusión, e incluso un cortoplacismo que erosiona el crecimiento de largo plazo, contrasta con servicios sociales como derecho fundamental, la inclusión y el favorecimiento del crecimiento de largo plazo (siendo este y no la maximización de corto plazo de los ingresos de los accionistas el objetivo de las empresas, lo que se traduce en procesos de acumulación de capital, aprendizaje e innovación tecnológicos gracias al llamado capital paciente). Pero los extremos de pura y totalmente socialista o pura y totalmente capitalista no son sino tipos ideales.

Se trata de sociedades más solidarias en las que la cooperación y no solo ya competencia articula la estructura económica y social. Una institucionalidad cooperativa inclusiva que ha incluido asociaciones empresariales, redes productivas y tecnológicas sectoriales y regionales a nivel meso; cogobiernos de las empresas o presencia de los trabajadores junta directiva y en la gestión a nivel micro; y a nivel macro gubernamental formas de corporativistas de concertación gobierno-empresarios-trabajadores. Institucionalidad cooperativa que se tradujo en los milagros alemán y japonés de la postguerra. Los que junto con otros países europeos muestran que la alternativa al neoliberalismo no es el populismo sino la socialdemocracia, en el sentido de estas formas de organización política progresistas en tanto ser capaces de conciliar crecimiento e inclusión en una forma que el capitalismo carente de los elementos considerados como notas socialistas de la socialdemocracia no puede hacer.

De cualquier manera, la plataforma de Petro, algunos de cuyos aspectos no comparto (o encuentro incluso preocupantes), es progresista en su esfuerzo inclusivo, pero raya en lo ridículo tildarla de socialista a menos de que se trate de un par de elementos mencionados como característicos de esa forma de socialismo, el democrático, de la socialdemocracia europea.

__________

[1] Adicionales a la dimensión moral, referente a los valores de solidaridad y de inclusión, lo que se refleja en que los más grandes teólogos del siglo XX fueron socialistas (consecuencia del lugar que la solidaridad y la inclusividad ocupan en el Evangelio de Jesus, opción preferencial por los pobres que solo puede ser negada mediante una maniobra travesti por la derecha.

[2] Que reducen el Gini post impuestos-gasto en vez de aumentarlo como en Colombia.

Ricardo Chica

Foto tomada de: Reporteros Asociados

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Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

Comments

  1. Tiberio Gutirrrez says

    17 junio, 2022 at 7:17 am

    Entonces podríamos decir que el programa de Petro es de estirpe liberal socialdemócrata, la renovación de un capitalismo donde el Estado y el mercado interactúan en favor del modelo de desarrollo en función de las mayorías,dónde las formas de propiedad privada, estatal y cooperativa se combinan en favor del desarrollo multilateral de la sociedad en todos sus componentes sociales , económicos y culturales.

    Responder

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