La guerra arancelaria de Trump
Los aranceles son la primera arma del neoliberalismo del libre comercio para que una superpotencia, Estados Unidos, reaccione ante el surgimiento de un gigante que aprendió de occidente para incorporarse a la economía global del comercio, del mercado y sus instituciones, y de esa manera encontrar, darle forma y estructura a un Estado y economía de mercado socialista.
De otra parte, occidente se quedó con la arrogante idea de negar o minimizar, inclusive, despectivamente sobre la transformación vertiginosa de China. Desconocieron que había sido imperio y que hace algunos siglos su economía representó el 30% del PIB mundial. Hicieron a un lado 6.000 años de historia, y negaron su esencia cultural porque no vivieron un colonialismo, ni viejo ni nuevo, como América Latina, y también olvidaron que su población representa el 20% de los habitantes del mundo, es decir, 1.450 millones de personas: el doble de Estados Unidos y de la Unión Europea juntos. Tal como mal trata Estados Unidos a América Latina, también miraba por encima del hombro a China aliado con Europa.
El gigante de Asia está ubicado en el centro de Asia Oriental, y cruzando el océano Pacífico al frente está Estados Unidos, y para conectar con Europa tiene la Ruta de la Seda en ejecución, extendida a América Latina.
Aprendieron de occidente, y si bien hay un partido único, el Partido Comunista de China ha tenido poderosas fracciones con enfoques distintos: izquierda, derecha, nueva derecha, nueva izquierda, desarrollo de regiones con modelos inspiradores. De alguna manera, la democracia se ejerce al interior del Partido, lo cual no es fácil de entender en occidente, donde se puede afirmar que la democracia representativa falló, caso de Colombia.
En 76 años se ha construido la historia de una nueva China imperial. Ha sido un Estado comunista, luego, a partir de 1978 inició el periodo de las reformas neoliberales de mercado. Durante 30 años fue la fábrica del mundo, y occidente creyó que así se quedaría por los siglos de los siglos. Pero, China, luego de treinta años de crecimiento por encima del 9% anual, se dio cuenta que no era aceptable la etiqueta de Hecho en China, y que debía avanzar a Inventado en China.
Entonces, llegó XI Jinping y China define el nuevo camino a emprender:
- como Estado, socialista;
- como propósito social, erradicar la pobreza (desde 1980 mil millones de personas salieron de la pobreza y ya comenzando el nuevo siglo los salarios crecieron 10% anual, con lo cual las manufacturas intensivas en mano de obra barata emigraron a Vietnam, Camboya y Laos;
- como economía, desarrollar alta tecnología basada en una monumental acción en ciencia y tecnología (2.5% del PIB en I+D+i a través de decenas de centros de investigación por todo el territorio: solo entre 2020 y 2025 China creó 60 centros acompañados de mejoras contundentes en educación;
- como desarrollo regional inversiones en monumentales obras de infraestructura y urbanismo, incluyendo la Nueva Ruta de la Seda para integrar sus regiones y conectarse con Asia Central y Europa;
- como defensa, fuerzas militares que le permitan proteger su proyecto de nación: China no ataca a nadie, nadie ataca a China.
El redespegue se inició en 2014 con tres planes: uno a 2025 para impulsar un nuevo modelo productivo y eliminar la distancia con economías avanzadas de occidente, otro a 2035 de fortalecimiento, y uno a 2045 para posicionarse a la vanguardia de la innovación en el planeta. Su ventaja radica en que piensan a mediano y largo plazo, occidente a corto plazo, por eso entregó espacios e impulsó conflictos tan estúpidos como intentar llevar a la OTAN a las puertas de Moscú a través de Ucrania. Un occidente torpe, jalonado por las industrias militares de países liderados por Estados Unidos. Mientras China usaba el cerebro, occidente usaba las balas, fracasando en todas las sanciones contra Rusia, y fracasando en el genocidio interminable de Gaza. La Unión Europea, para desgracia de la humanidad, se ha convertido en mascota de las guerras y de los exterminios de Estados Unidos. Qué falta hace Ángela Merkel.
Trump I había iniciado en 2018 las primeras escaramuzas de una guerra arancelaria, Biden la sostuvo, pero no fue más allá, y Trump II la retoma con agresividad neoliberal sin pensar que era primero: una nueva política industrial que reordenara su producción y los flujos del comercio internacional, o declarar una guerra arancelaria unilateral. Mal aconsejado por los gigantes tecnológicos, se fue primero con los aranceles.
Ahora, en los 90 días de tregua impositiva unilateral, excepto con China, seguramente intentará diseñar a la carrera una política industrial y según ella definir los misiles arancelarios. Improvisación, igual Europa que está buscando guerra con Rusia, cuyo proceso tampoco ha podido entender occidente porque han fracasado todas las sanciones, puesto que en el mundo de hoy siempre habrá quien compre lo que otro no, y porque en el inmenso territorio que va de Europa a Asia, hay mercados y otras rutas para el comercio. Por eso la península de Crimea es el honor estratégico de Ucrania y de la derecha europea para poner fin a la guerra con Putin.
Sin embargo, ese primer ataque arancelario del 2018 hizo que China apurara sus metas y lograra a partir del 2019 el liderazgo en áreas relacionadas con la nueva tecnología, la equidad, las energías alternativas, y la producción y desarrollo de alta tecnología. La industria digital y ahora la IA, siempre han sido estratégicas, por eso tienen empresas gigantes que compiten con las gigantes de occidente.
Si Estados Unidos persiste en irracionales aranceles, China también pierde, el mundo pierde, sobre todo países rezagados como Colombia, pero quien más pierde será el hegemón americano, porque sus industrias y las nuevas que eventualmente llegarán, sus efectos no serán inmediatos. Las mayores fábricas del mundo no son Estados Unidos ni Europa, son China, el resto de Asia, y los demás miembros de los BRICS. En 2020 China exportó 1.5 millones de vehículos, era el cuarto exportador después de Alemania, Japón y Estados Unidos. En 2024 se convirtió en el primero y solo Alemania, un poco menos Japón, ha logrado mantener la velocidad de crecimiento en el sector. Estados Unidos, no.
Inexplicable como occidente no se percató del proceso de China después de la segunda guerra mundial, cuando Europa, de manera asombrosa, se reconstruyó y sus economías se volvieron a desarrollar en treinta o cuarenta años, con Alemania a la cabeza. Luego de Estados Unidos, se convirtieron en las siguientes grandes por el tamaño de sus economías, hasta cuando llegó Japón, después Corea, más tarde India y otras naciones de menor tamaño.
Entonces, si las cifras estaban ahí, con China cada vez más cerca a Estados Unidos, y otras tres economías de los BRICS y Japón entre las diez economías más grandes del mundo ¿cómo Estados Unidos y Europa no reaccionaron?. Por el contrario, continuaron creyendo que la civilización occidental neoliberal sería la civilización del planeta hasta la eternidad, y que la fuerza irracional de Estados Unidos sería la seguridad de la tierra. No vieron el resurgir de Rusia, y subvaloraron a China y Asia en general.
China aprendió de occidente, miles de doctores se formaron allá, sin embargo, cuando optó por ser una economía y sociedad neoliberal, se equivocó, pero, reaccionó, creció, aprendió, erradicó la pobreza, desarrolló regiones, y con su política industrial de la economía de la innovación, seleccionó sectores estratégicos cada vez más avanzados. Ahora su producción es vanguardia del comercio mundial.
¿Qué piensa América Latina?
El discurso del fin de la historia solo lo aceptó América Latina, a pesar de algunos intentos para superar la dependencia. Existen núcleos regionales emergentes innovadores, más que todo en Brasil, y uno que otro en los demás países, teniendo México, con su actual presidenta, el reto de dar un salto en la senda de desarrollo, tal como hizo China hace unos años. Ella entiende la importancia y el impacto positivo de hacer ciencia y tecnología para superar su condición de Hecho en México en el marco del T-MEC (TLC de Norteamérica). Lula ha expresado que Brasil mantendrá relaciones con China y con Estados Unidos, y no tomará parte por ninguno. Chile, igual.
China cuenta con un portentoso universo de investigadores y pensadores, que revisaron y diseñaron las nuevas rutas en todos los órdenes. Por supuesto, están los políticos que reflexionan, orientan y piden respuestas, desde distintas aproximaciones políticas en el marco del partido único. Son sus inmensas capacidades científicas las que fundamentan el cambio sostenido. Igual lo hizo en su momento occidente, y es la deuda de la comunidad de intelectuales y de científicos latinoamericanos con sus países.
América Latina vive de escasos pensadores excepcionales, pero no cuenta con grandes comunidades de pensamiento e investigación. Ese es el problema central, y el caso de Colombia es el más crítico entre los cinco países de mayor tamaño en la Celac, cuando la geopolítica, las instituciones globales y un nuevo mapa geoestratégico de la producción mundial, con el agregado del medio ambiente, está en construcción. La economía mundial será otra y las instituciones internacionales entrarán a revisión porque poco o nada sirven para una sociedad multipolar, multi global, multi insostenible, multitecnológica.
En Colombia, la oposición no le da respiro al gobierno y a la nación, porque no piensa, no construye, destruye, y por eso aún no sabemos ¿Qué piensa Colombia? del desordenado orden internacional en reconfiguración o en destrucción, y cuál su lugar, tema del siguiente artículo.
Jaime Acosta Puertas
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